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la fabula de esopo
Al notar una tortuga que una liebre se burlaba de sus patas, la invitó a correr juntos, para ver cuál de los dos llegaba primero al punto marcado. Eligieron al zorro como juez, por ser muy inteligente.
Ocurrió que la liebre, confiada en su ligereza, quiso descansar un momento en el camino y se dejó dormir, mientras que la tortuga, sin perder un momento, terminó por llegar primero al punto indicado, ganando así la apuesta.
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