Peça de Pelham Moffat
traducción de Lucía Souza Leite Bruno
adaptación de Ruth Salles
Esta obra fue escrita por el escocés Pelham Moffat, nacido en 1895. Comenzó su vida como hombre de negocios, pero dejó esa ocupación después de perder un brazo en la Primera Guerra Mundial. Estudiando las obras de Rudolf Steiner, se interesó por la educación y ayudó a fundar una escuela Waldorf en Edimburgo. Enseñando allí, fue en los siguientes veintiséis años que escribió las obras publicadas en el libro “21 Obras para Niños”. Dejó la docencia en 1965.
Esta obra simplifica la trama de la obra de Shakespeare para niños de 12 años. En la adaptación portuguesa, después de la traducción de la profesora Lúcia Souza Leite Bruno, la pieza se redujo ligeramente y se agregó una Introducción, en la que todos cantan un fragmento del libro de Júlio César “Commentarii de Bello Civilli” (Libro III, capítulo XCVIII). Como el idioma inglés es más condensado que el portugués, me vi obligado a escribir los versos en ritmo decasílabo, lo cual no era la intención del autor, quien los hizo en ocho sílabas. La música de canto la hizo la profesora de música Maria Helena Isnard, pero otra la puede hacer la profesora de música de la clase.
ruth salles
CARACTERES
Julio César Bruto
Calpurnia, su esposa Décimo
corteza de casio
Trebonio Cinna
Marco Antonio Metelo Cimber
Artemidoro el adivino
Constanza, doncella de Calpurnia
Mayordomo de la casa de César
Tres esclavos y cuatro esclavos (uno de ellos es Lucius; el cuarto es Fulvio)
cuatro ciudadanos romanos
Multitud de romanos (hombres y mujeres)
INTRODUCCIÓN
TODOS (dicen solemnemente el extracto del libro de Julio César “Comentarios
de la Guerra Civil”)
– Julio César finalmente los ordenó.
a renunciar a sus cargos
deponiendo las armas. sin dudarlo,
cara a tierra, los hombres ya lloraban
rogándole por la vida. Pero él
los hizo levantar, sí, y los consoló,
y a sus propios soldados mandó
que no harían daño a ninguno de ellos.
(Comienza el canto del mismo pasaje en latín)
“César, prima luce, omnes eos
ex superioribus locis descendere,
atque arma projicere jussit.
Quod ubi sine rechazo fecerunt,
proyecto ad terram,
flentes ab eo salutem petierunt,
consolatus consurgere jussit,
omnes conservavit,
mitilibusque suis commendavit,
ne qui eorum violarentur
neu quid sui desiderarent. »
ESCENA 1
Habitación en la casa de Brutus.
Casca, Casio, Bruto, Décimo, Trebonio.
CASCARÓN:
– Amigos, Roma ya no es la misma.
Cincinnatus, dejando su arado
expulsar con tus propias manos
antiguos enemigos de esta tierra,
no tenía pensamientos ambiciosos
ni buscó recompensa alguna.
¡Ah, esta era la verdadera Roma!
Ahora los corazones se han endurecido,
y manos codiciosas pretenden agarrar
El poder.
CASIO:
“Pero el tiempo se ha ido, Casca,
en el que se respetaba la ley en Roma.
Hoy las leyes no sirven para nada. ser sólo
jefe de legiones para violarlos.
Y es en este trono que se sienta César,
señor de todo.
BRUTO:
- Cassius, fuimos nosotros
que lo ponemos ahí. y las cadenas
que nos toman de la mano hoy, nosotros mismos
es que los forjamos. Además, César
¿No fue entonces misericordioso con todos?
No perdonó nuestras vidas, mientras luchábamos
junto a Pompeyo? debes mostrarme
mayor razón para que me levante
mano para lastimar a un gran amigo.
DÉCIMO:
– Qué cochero, cuando suelta las riendas
de un caballo de fuego, no lo frenes,
para ver que te arrastra hacia abajo?
Nosotros, que le dimos poder a César,
debemos abstenernos de contenernos
la carrera en la que te precipitas?
BRUTO:
– Pero, Décimo, ¿qué es esta carrera?
¿A qué abismo nos arrastra César?
La paz reina en todas las fronteras,
y Roma es soberana en todo el mundo.
TREBONIUS:
– Sí, Brutus, tenemos paz. ¿Y la libertad?
¿También lo tenemos? ¿Donde esta ella?
El poder del senado, la voz del pueblo,
la influencia de los cónsules, ahora
¿donde estan? Porque te digo hoy:
volveremos a tener un rey en Roma
si nuestras manos lentas se detienen
dejando vivo a César.
BRUTO:
– Entonces, Trebonio,
merece la muerte. si se lo merece
Muere siempre quien mata la libertad.
Sin embargo, esta libertad no será
también asesinado cuando matamos a un tirano?
¿No somos nosotros también tiranos?
– Oh hados, en cuyas terribles manos
dar forma a nuestras acciones, oh por qué
no somos dados solo a vislumbrar
las consecuencias de lo que decidimos?
– Si me uno a ustedes ahora, amigos,
matando al que amo como a un hijo
ama a tu padre, recuerda, es para Roma,
sólo por Roma que lo haré. (todos se van)
ESCENA 2
la casa de César.
Mayordomo, 3 esclavos, 4 esclavos, Calpurnia, Constanza, César, Décimo, Bruto, Marco Antonio, Casio.
(Es temprano en la mañana; suena una campana; entra el mayordomo, aplaudiendo y gritando a los esclavos que entran.)
MAYORDOMO:
- Ve rapido. la sala del tribunal
de nuestro amo debe estar listo.
Pulir estas columnas y los mosaicos
desde el suelo. ¡No quiero ver telarañas!
¡Lo haremos! ¡Lo haremos! (El mayordomo sale.)
1er ESCLAVO:
- Que cena más suntuosa
César dio ayer...
2º ESCLAVO:
- ¡¿Sí?!
3er ESCLAVO:
- Había langosta
con espárragos e hígado de oca,
y jabalí asado con manzanas,
todo regado con vinos preciosos
mucho frío en la nieve.
2º ESCLAVO:
– ¿Y qué queda?
1er ESCLAVO:
– Oh, nada, para los nobles invitados
Se llevaron todas las sobras en servilletas.
1er ESCLAVO:
– César, entonces, ¿era muy feliz?
2º ESCLAVO:
– Comía muy poco y estaba pensativo.
Cuando serví el vino alrededor de la mesa,
Escuché una conversación muy extraña.
Hablaron de la muerte...
3er ESCLAVO:
- ¿Muerte?
2º ESCLAVO:
– …y qué tipo de muerte preferían.
César se hizo a un lado, leyendo cartas.
Una vez miró a su alrededor y dijo:
“Preferiría morir de repente”.
3er ESCLAVO:
– Esto será difícil, porque César
Es tan querido como bien cuidado.
4º ESCLAVO:
- Nunca quise ser
Emperador. solo me gustaria
tener un coche con cuatro caballos.
Ah, yo sería un rey, aunque un esclavo.
1er ESCLAVO:
– ¿Te gustaría ser conductor?
en coche, Fulvio?
4º ESCLAVO:
– ¡Ay, me gustaría!
Y la mejor carrera entre las mejores
entonces se vería: ¡Yo allí, de pie!
¡Suenan trompetas! llega el momento,
y nos fuimos; mis caballos saltan,
ya están en la posición más avanzada;
(Los demás esclavos se animan y hacen gestos de aliento)
mi caballo de la izquierda entonces tropieza;
Lo animo y hacemos la vuelta pronto.
vertiginosamente y, como un relámpago,
llego a su fin y vuelvo a girar;
"¡El azul! ¡Azul adelante!” todos gritan;
viene un carro verde y ya me esta alcanzando;
en la curva chocamos; escucho gritos;
el carro verde vuelca, y mi rival
rodar en el polvo.
LOS ESCLAVOS:
- ¡El azul! ¡Adelante Azul!
(Entra en Calpurnia con la criada Constanza.)
CALPURNÍA:
– ¿Qué es este ruido? ¡Qué imprudencia!
¡Sigue con el servicio, Fulvio! Lucio,
Ve y dile a tu amo que lo quiero
hablar solo! (los esclavos se van)
– Constanza, quédate aquí.
y no permitas que nadie venga
con César, ni siquiera con sus amigos.
¡Que nadie entre en la casa!
CONSTANCIA:
- Si señora.
Diré que Calpurnia así lo manda. (Sale Constanza.)
CÉSAR (entrando):
– ¿Entonces me llamaste, Calpurnia?
CALPURNÍA:
– Julio,
la noche estaba llena de presagios.
Y en mi sueño se reflejaron
todo tipo de presagios muy siniestros.
¡Oh, no vayas al Senado, te lo ruego!
CÉSAR:
– ¿Crees que son presagios para mí?
Antes de creer esas terribles advertencias
auguran peligros para Roma.
En lugar de esquivar, debería
para estar donde esta tormenta se está gestando.
CALPURNÍA:
– ¿Recuerdas las palabras del Adivino?
Es en los idus de marzo que debes
sé más cauteloso. Y es en ese momento
que somos
CÉSAR:
- Pero para mí
que puede pasar que ya no tengo
enfrentado mil veces y derrotado?
Porque prefiero morir solo una vez
vivir con miedo cada hora.
El Senado me espera.
CALPURNÍA:
- ¡No! ¡No te vayas!
Dime que te enfermaste ahora
y que no puedes ir.
CÉSAR:
– ¿Quieres a César?
actuar como un cobarde y un mentiroso?
CALPURNÍA:
– La mentira y la vergüenza son solo mías. (ella se arrodilla)
CÉSAR:
- Está bien. Entonces envía tu mensaje. (Sale de Calpurnia)
ESCLAVO (entrando):
“Alguien está esperando a César afuera.
CÉSAR:
- ¿Y por qué no entraste?
ESCLAVO:
- Teníamos orden
para no dejar entrar a nadie.
CÉSAR:
– ¿De quién vino la orden?
ESCLAVO:
— De Lady Calpurnia. (Entra Calpurnia.)
CÉSAR (a Calpurnia):
- Pero no puedo ni ir al Senado,
ni siquiera mi puerta se puede abrir
a un amigo mio?!
(al esclavo):
– ¡Hazlo entrar! (El esclavo sale.)
CALPURNÍA:
– ¡Tenía que hablar contigo a solas!
Ya le envié el mensaje a Marco Antonio.
No dejes que un amigo te convenza
para romper la promesa.
CÉSAR:
- ¡Déjalo entrar! (Entra Décimo.)
DÉCIMO:
- ¡Alabad al cesar! Entonces, ¿te enfermaste?
CÉSAR:
– No del todo, Décimo. Sin embargo
No puedo salir contigo hoy.
DÉCIMO:
–¿Qué les digo a los senadores que los están esperando?
CÉSAR:
“Solo dile a todos que no voy a ir.
Pero puedes saber que es Calpurnia
Quién está enfermo. pesadillas atroces
la inquietaron, y en ellos ve advertencias
que un gran peligro me amenaza,
si te vas de esta casa.
DÉCIMO:
– Que presagios
la dejó, señora, tan angustiada?
CALPURNÍA:
– Tres veces soñé que en mis brazos
vio un cadáver lleno de heridas.
fue César. Entonces de tu estatua
fluyó la sangre.
DÉCIMO:
- Pero, señora,
el sueño se muestra como César
da su sangre por nosotros, se sacrifica
por sus súbditos.
(a César):
- Es un buen sueño,
de buenos augurios, César. Sin embargo,
todos dirán a partir de ahora
que solo darás un paso si calpurnia
tener sueños agradables.
(Entran Bruto, Marco Antonio y Casio.)
CÉSAR:
- Décimo habló bien. no hay nada más
eso me puede parar. Y mis amigos
están llegando: Bruto, Marco Antonio,
Casio, todos son bienvenidos.
(a ellos):
- Te lo ruego
por favor perdone la demora.
(a Calpurnia):
- ¡Mi toga!
¿Ves, Calpurnia, la escolta que me sostiene?
¿Podría apuntar a una mejor defensa?
¡Lo haremos! ¡Será un paseo alegre!
(Se van todos. Calpurnia sale por el otro lado.)
ESCENA 3
Una calle.
Cuatro ciudadanos, Artemidoro, Adivino, Décimo, Casio, Casca, Marco Antonio, multitud esperando a César.
1° CIUDADANO:
– ¿De qué lado viene César?
2º CIUDADANO:
– Viene de eso.
“Tengo una petición que entregarte.
3° CIUDADANO:
- Y yo también.
ARTEMIDORO:
- Por tu propio bien,
Espero que leas lo que te traigo.
4º CIUDADANO:
- ¿Qué preguntas?
ARTEMIDORO:
– No puedo revelar.
4º CIUDADANO:
– ¡Oh adivino, muestra tus artes!
¡Revelen lo que hay en esa petición!
ADIVINO:
– Mi visión no es tan amplia,
pero hoy me da miedo.
1° CIUDADANO:
- Ahí viene. Ven con Marco Antonio,
Brutus y Cassius y con muchos otros.
(Entran César y los senadores.)
2º CIUDADANO:
– ¡Lee, noble César, mi petición!
3° CIUDADANO:
– ¡Oh César, escucha mi súplica!
CÉSAR (al Adivino):
- Amigo,
he aquí que han llegado los idus de marzo.
ADIVINO:
- Llegaron, pero aún no se han ido...
ARTEMIDORO:
– Lee esta petición, oh gran César,
antes de seguir tu camino.
DÉCIMO:
- Hombre, ¿cómo te atreves a parar?
nuestro boleto?
ARTEMIDORO:
– ¡Ay, lee! ¡Inmediatamente!
CASCARÓN:
– Si tienes una necesidad urgente de hablar con César,
¡hazlo en el lugar correcto, no en la calle!
(Todos excepto Artemidoro y el Adivino se van)
ARTEMIDORO:
- ¡Oh César, lee, te lo suplico tanto!...
(al adivino):
- Oh, cielos, él no sabe su destino,
ni siquiera sabrás sin leer lo que te traigo.
Ah… César…
ADIVINO:
- Las estrellas ya hablaron,
y se llegan los idus de marzo.
ESCENA 4
El Senado.
Casio, Trebonio, Décimo, Bruto, Cinna, César, Metelo, Casca, Marco Antonio.
(Entran César y los senadores.)
CASIO (en voz baja):
– No olvides, Trebonio, llamar
Mark Antony a un lado y empujándolo lejos.
TREBONIUS:
– Marco Antonio, tengo algo que decirte. (Los dos se van.)
DÉCIMO (a los conjurados):
– Hablará Metelo Cimber.
No hay tiempo que perder, o fallaremos.
BRUTO:
– Viene César. Así que vamos a redondearlo.
CINNA (la Concha):
– Serás el primero en apuñalarlo.
Metelo Cimber te dará la señal,
ay ladra.
CÉSAR:
- Entonces podemos proceder.
ya en la agenda?
METELO:
- César, tengo
una petición importante para mí.
Se trata de Publio, mi hermano desterrado.
Que sea perdonado y regrese a Roma.
CÉSAR:
– Metelo, ¿cuántas veces has preguntado?
este favor? tu corazón no ve
razón pública. si no suelo
castigar bajo la presión de las emociones,
No cambio bajo súplicas apasionadas.
BRUTO:
– Y mi compromiso con esta causa, César,
¿No sería suficiente para ti?
CÉSAR:
– ¿Cómo, Bruto? ¿La causa también es tuya?
CASIO:
– Oh César, déjame también rogar. (arrodillarse)
CINA:
- Y yo también. (arrodillarse)
CÉSAR:
– ¿Por qué te arrodillas?
¿Seré golpeado por aduladores?
¡De pié! No deshonres a este Senado
con una actitud indigna de un romano!
Metelo ya ha oído mi respuesta.
¡Y basta!
BRUTO:
- ¿Y eso es todo?
CÉSAR:
– Es mi última palabra.
(Metelo se quita la toga.)
CASCARÓN:
- Es verdad lo que dijiste,
porque tú has dicho tu última palabra. (lo apuñala.)
CÉSAR:
– ¡Tú, Casca, eres vil! ¿Qué significa esto? (Los demás lo apuñalan.)
¡Dilo!... ¡Cuántos puñales!... ¡Incluso tú Brutus!... (Cae muerto.)
BRUTO:
- Hecho.
(Entra Trebonio.)
DÉCIMO:
– Viene Trebonio.
(a Trebonio):
– ¿Qué noticias nos das de Marco Antonio?
TREBONIUS:
– Mark Antony se ha ido, y muchos otros,
sabiendo lo que pasó hoy.
Los rumores se esparcen por todas partes,
como una llama que se propaga.
Urge hacer público el motivo
que nos llevó a esto.
CASIO:
- Bueno, vamos
a las calles, proclamando: “Libertad
¡Acabo de regresar a Roma otra vez!”
CASCARÓN:
– Con las armas aún ensangrentadas,
¡demostremos que la tiranía ha muerto!
DÉCIMO:
– ¡Que Brutus siga adelante! ¡Vamos todos!
MARCO ANTÔNIO (entra):
- ¡Quedarse! Antes de salir a la calle
Déjame hablar. no se que es
tu intención y no de quién será
la sangre que se derramará después,
pero quiero escuchar de tus propios labios
si estoy en tu lista Sin embargo,
si me consideras tu amigo
y si estás listo para demostrar
¿Por qué César merecía la muerte,
Yo, sin reprocharte, te doy mis manos.
BRUTO:
– Marco Antonio, ninguna espada nuestra
se vuelve contra ti; ni siquiera
pretendemos la muerte de otro hombre
pero César. Si fueras tu amigo,
tú también eres parte de nosotros. Porque yo,
que me he aliado con otros para matarlo,
lo amaba como un hijo ama a su padre.
MARCO ANTONIO:
- Agradezco; y estoy satisfecho
si me permites hablar de césar
en los funerales
BRUTO:
- Ciertamente lo permito,
mientras seas justo. y diré
¿Cuáles son nuestras razones para matarlo?
El tiempo nos espera, amigo. ¡Lo haremos!
(Todos menos Marco Antonio se van. Afuera, se escuchan voces que gritan "¡La libertad ha regresado a Roma!", "¡La tiranía ha muerto!", "¡César ya no existe!", "¡Alégrense, ciudadanos, porque he aquí la libertad!" los sonidos se desvanecen en la distancia, Marco Antonio se acerca al cuerpo de César.)
MARCO ANTONIO:
– Ah, César, si supieras el tumulto
de corazones humanos, oirías
la tormenta rugiendo en mi pecho.
Eres tan mudo, pero clamas por justicia.
Te lo juro, César: no descansaré
hasta que Roma sea liberada
de tus enemigos todo el talento
que tengo en las palabras me enfoco
en ese impulso. ¡Adiós! el libro esta cerrado
de tu vida, y es hora de escribir
otra historia en las páginas en blanco.
ESCENA 5
Foro.
Todos.
(Multitud escuchando el discurso de Bruto. Marco Antonio al lado. El cuerpo de César yace en un ataúd o carro fúnebre.)
MULTITUD (de hombres):
– ¡Salve Bruto que nos salvaste de César!
MULTITUD (de mujeres):
- ¡Muerte a los tiranos! ¡Viva Bruto!
BRUTO:
– Ya os he mostrado a todos, amigos míos,
que al matar a este hombre que amaba
como un padre, no habia en mi puñal
mala intención, sino amor a Roma.
Si amé a César más que a Roma,
Dependería de todos ustedes reprocharme.
Era honorable, era valiente,
pero toda ambición desmesurada
es como un cáncer destructivo. Por eso
lo matamos, ante este mal
crecer e infectar a toda Roma.
Así que debes actuar conmigo también
si hago un daño similar a Roma.
MULTITUD (de hombres):
– ¡Honorable Bruto!
MULTITUD (de mujeres):
- ¡Viva Bruto!
BRUTO:
– Elogiar las grandes cualidades
de César, Marco Antonio viene a hablar,
como es costumbre en nuestros funerales.
MULTITUD (a veces hombres, a veces mujeres):
- ¡No queremos oírte! el era amigo
de César! ¡Fuera de! ¡Abajo Marco Antonio!
¡Muerte a los tiranos! ¡Seguiremos a Brutus!
BRUTO:
– Mark Antony tiene nuestra aprobación
para hablar. Escuché pacientemente. (Sale de.)
MARCO ANTONIO:
– Queridos amigos, mis compatriotas,
No vengo a alabar a César
ni para condenarlo. acabo de llegar
hablar de un gran hombre que murió.
Y eso es justo. ¿No era él el grande?
conquistador de inmensos territorios,
lo que trajo una gloria nunca vista
e innumerables riquezas para Roma?
Era un padre para todos; y todavía
era ambicioso en palabras de Brutus.
Esta ambición no te parece extraña,
hacer tanto bien a Roma?
Sin embargo, estos hombres son honrados
y dar buenas razones para lo que hacen.
MULTITUD (de hombres):
- Es verdad. Realmente César trajo
mucha riqueza a Roma.
MULTITUD (de mujeres):
— ¡Y gran gloria!
MARCO ANTONIO:
¡Tal vez tu ambición era ser rey!
Pero tres veces te ofrecí
una corona de oro, y tres veces
la rechazó. no te parece extraño
esta ambición? Pero el noble Bruto
y todos tus amigos estuvieron de acuerdo
donde era ambicioso. y sabemos
que son hombres honrados, todos ellos.
MULTITUD (a veces hombres, a veces mujeres):
- ¡Rechazó la corona! ay ese cesar
tal vez no fue ambicioso
como ellos dicen. ¡Fue agraviado!
¡Escuchemos a Marco Antonio de nuevo!
MARCO ANTONIO:
– Aquí yace la ciudadela destrozada
quien una vez fue César. Dentro de estas paredes
vivía un alma noble, un corazón
inclinado a la piedad. En el pasado,
todos lo amaban, y sin lengua
había aprendido estos chismes vanos.
Pero Brutus y sus amigos se quedaron en silencio.
los labios que podrían responderles.
No sé que te dirían esos labios,
pero los hombres de honor ya han dicho
que era ambicioso. Y con certeza,
es bastante justo matar a los ambiciosos.
MULTITUD (de mujeres):
– Ah… es verdad… César era amado
por todos nosotros. ¡Y fue agraviado!
MULTITUD (de hombres):
– Hombres honorables… ¡Estos son traidores!
¡Esos son asesinos! Julio Cesar
hay que vengarse!
MARCO ANTONIO:
- Mis amigos,
No debo inducirte a tales ideas.
que no le hacen justicia a todos estos
hombres honorables que mataron a César.
Sólo te digo que César te amaba.
tengo en mis manos tu testamento
legando a todos los ciudadanos de Roma
setenta y cinco dracmas. para todos ustedes
César, por lo tanto, lo hizo sus herederos.
MULTITUD (a veces hombres, a veces mujeres):
- ¡Noble César! ¡Debemos vengarlo!
¡Muerte a Bruto ya todos los traidores!
MARCO ANTONIO:
- ¡Silencio! Todavía hay más que decir.
El testamento se refiere a los bosques,
a sus huertas a lo largo del río Tíber.
Y todo esto te lo deja a ti.
Todo esto será tuyo para siempre,
¡Oh ciudadanos romanos! había alguien,
¿Hubo alguna vez alguien como César?
MULTITUD (a veces hombres, a veces mujeres):
– ¡Ah!… ¡Nunca!… ¡Nunca!… ¡Vamos a vengarnos!
¡Prendemos fuego a las casas de los traidores!
¡Venganza!... ¡Fuego!... ¡Que los maten!...
(Los ciudadanos se van.)
MARCO ANTONIO:
– Oh fuego y destrucción, venganza y muerte,
extiende tus alas sobre nosotros,
y que así tu espíritu descanse en paz,
¡ay César!
FINAL
****