poema de ruth salles
Le gana bien a Beto con la pelota,
pasar el balón a Brito
bueno peleando y chateando!
¡Cuánto grito! ¡Cuánto grito!
¡Cuánta caída allí en la cancha!
Esa bota casi se cae.
¿Quién viene? vamos Kim,
¡casi vuelvo!
Pero Melo, mi amigo,
– medio suave, medio mudo –
ni se niega ni se rinde:
no hace nada o hace todo.
Pasa cerca del pato,
pisotea su pie con mucho cuidado.
Si tropiezas, sal de pie,
y llena el pecho, muy seguro.
Lulú, tan elegante,
lleva una bufanda en tu chaqueta.
Pronto suena allí o allí
cuando las cosas se ponen negras.
Nando está volando ahora,
como un viento hosco,
toda la viga oscilante.
Pero Kim lo tiene todo.
Renuncia a la suela de tu zapato,
Se le sale el cinturón a Cidão.
Da un salto, da un susto,
pero no sueltes tus pantalones cortos.
Me duele el dedo y me duele el diente
de los dientes de Dada.
Toma la pelota justo en tu boca,
y Lulu silba allí.
Mira a Fabio adelante,
en el fondo, el Francolim.
Se mantiene firme y no se enfría,
¡A ver si te enfrentas hasta el final!
¡Gil ha hecho una polla ahora!
¡Vamos gente aguanta!
Ve con calma, consigue hielo,
ponle hielo a ese gallo.
¡Vale la pena ver a Vito!
Casi vuela en el giro.
Ya está conmocionado, ya está colapsado,
¡Qué zumbido, qué zumbido!
Mira a Beto, mira a Brito,
el Cidão y el Dadá!
¡Mira a Fábio, Francolim!
Y Lulu silba allí.
Mira a Gil, Kim, Vito,
más Nando frunciendo el ceño!
¡Mira Mel! ¡Cuánto grito!
Allí, en la llanura aluvial, ¡todo vale!
***