26 de agosto de 2020

Teatro para niños de 12 a 13 años – orientaciones pedagógicas

 

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Jóvenes entre 12 y 13 años

Por Cristina Maria Brigagão Abalos, Dora Regina Zorzetto Garcia y Vilma Lúcia Furtado Paschoa.

Alrededor de los 12 años, el joven entra en un período de profundas transformaciones, tanto a nivel físico como emocional e intelectual. En el plano físico comienza la prepubertad, caracterizada por la pérdida paulatina de la armonía corporal; los movimientos comienzan a tornarse angulosos e inestables, las extremidades se alargan y, al mismo tiempo, se manifiesta una gran energía y vitalidad, especialmente en los niños, quienes necesitan deshacerse del exceso de fuerzas, ya sea en deportes más dinámicos o en enfrentamientos físicos entre sí. otros o con chicos mayores. La brecha entre niños y niñas se hace cada vez más amplia. El comportamiento de las niñas fluctúa principalmente debido a experiencias sentimentales y emocionales.

Al mismo tiempo, comienza a surgir en los jóvenes un deseo de conquistar el mundo, una cierta experiencia de su propio poder, que da lugar a proyectos inverosímiles e irrealizables.

Hay una gran curiosidad por saber cómo funciona todo, de dónde viene todo, cuáles son los principios generales que rigen la Tierra y lo que existe en ella, y es a esta edad que se busca comprender a través de la razón, la lógica.

¿Cómo lidiar con todas estas transformaciones simultáneas?

La tarea del educador es conducir al joven a la autonomía de juicio, a hacerlo capaz de juzgar la realidad, para no quedar indefenso y sujeto a todo tipo de influencias externas.

Se debe tener cuidado para garantizar que los juicios no sean apresurados, endureciendo los conceptos en desarrollo y, a menudo, dando lugar a distorsiones y prejuicios. Por lo tanto, se sugiere que las descripciones y presentaciones de los temas sean siempre muy ricas, amplias, vivas, incluyendo las experiencias personales de los estudiantes y activando reflexiones a través de preguntas abiertas. Sólo después de una retrospectiva hecha al día siguiente, con la incorporación de nuevos aspectos derivados del planteamiento del día anterior, se da lugar a consideraciones basadas en las leyes de causa y efecto. Esto facilitará el desarrollo del razonamiento lógico antes de las conclusiones y el logro de una forma de pensar viva y flexible.

Sólo a partir de los 12 años los jóvenes alcanzan la madurez suficiente para comprender, por un lado, el papel del hombre en el mundo físico con su dinámica y mecánica, y, por otro lado, las relaciones históricas y los impulsos que desarrollarlos, el llegar a ser social. Tales impulsos son calentados por sentimientos y condensados por relatos de vida, biografías de hombres que vivieron los hechos caracterizados. Se sugiere que el estudio de un período histórico se haga a través de la vivencia de personajes de la época, con los que el estudiante se identifique fácilmente y que despierte en él la posibilidad de admiración, que ya no es tan fácil de satisfacer a esta edad.

El estudio a través de una biografía no se restringe a la simple narración de la vida de alguien, sino a la construcción de una imagen amplia de ese ser, para que viva en el joven y el mundo sea visto desde su mirada. Figuras tan diferentes como Pompeyo y César pueden contrastarse en el estudio de Roma. Sin emitir juicios, se sugiere caracterizar las culturas con descripciones detalladas. En la enseñanza de la Historia se pueden integrar otras materias.

También se sugiere que se describan los fenómenos físicos y que se realicen experimentos.

En el ámbito emocional, los sentimientos se vuelven más exacerbados, turbulentos, a menudo fuera de control. Todo lo que se ha ejercitado y desarrollado previamente en cuanto a orden y organización parece derrumbarse. Muchos huyen de las responsabilidades, son reacios a crecer o se oponen a los adultos, queriendo enfrentarlos, desafiarlos. El ocio y los contactos sociales cobran más importancia que cualquier otra cosa, y el sentimiento de pertenencia a un grupo es fundamental para ellos.

Los estados emocionales descontrolados requieren una profunda comprensión por parte del educador. Es necesario tener calma, libertad de juicio y ligereza para enfrentar las situaciones que se presentan en la vida cotidiana. También es necesaria una buena dosis de humor para que todo se resuelva en un estado de ánimo positivo. La cooperación y la interacción entre los profesores que se ocupan de la misma clase son fundamentales.

El joven busca en el adulto coherencia, orientación y ayuda a partir del conocimiento del mundo real. Sin embargo, el adulto debe saber dosificar las explicaciones. Los propios estudiantes están demostrando hasta dónde pueden llegar. Esto quiere decir que el diálogo debe ser una constante en el aula, y el principal material de trabajo del docente es lo que el alumno presenta como resultado de sus percepciones, observaciones y reflexiones. El docente organiza todo esto y posibilita un avance en los contenidos de estudio.

El joven es ahora también muy receptivo a los acuerdos y negociaciones, que es un recurso precioso en la relación con el adulto, que le ayudará a liberarse de la autoridad de sus mayores ya desarrollar el respeto por la autoridad de las leyes. Es importante mantener una actividad rítmica al inicio de cada día de clase, para que los alumnos, como clase, estén armonizados y preparados para el contenido que seguirá. Para componer esta actividad, se sugieren recitaciones referentes a las civilizaciones antiguas que se están estudiando. Tales recitaciones, practicadas regularmente en años anteriores, no deben dejar de ocurrir, incluso si el joven ahora se siente un poco más avergonzado. La experiencia de estilos y métricas, la ampliación del vocabulario, el cultivo del habla y de un lenguaje culto, son algunas de las ventajas de esta práctica. Se pueden realizar muchas actividades artísticas que expresen el contenido abordado: el modelado, los dibujos, las pinturas y las dramatizaciones son muy recomendables, no como meras ilustraciones de la enseñanza, sino como una forma de profundizar en las experiencias y conectar al alumno con el tema de estudio. Las dramatizaciones son especialmente adecuadas, para que el joven, a través de un personaje, tenga la oportunidad de expresar sentimientos que a partir de entonces se vuelven cada vez más fuertes, contradictorios y absorbentes. Las diferentes experiencias ejercen una cierta flexibilidad, que puede verse amenazada en este momento de la vida.

Los jóvenes pueden desarrollar con entusiasmo una obra de teatro histórica y realista o un cuento de hadas para presentar a los niños más pequeños. Son más maduros, y la actuación empieza a adquirir un aspecto mucho más artístico, a pesar de no perder la importancia pedagógica y formativa del ser humano. Por eso mismo, desarrollar un tema para ser presentado a los niños más pequeños hace que los jóvenes salgan de sí mismos y donen, ejerciendo la generosidad.

Otra experiencia que los jóvenes pueden obtener a través del teatro, y que será importante para la vida, es la experiencia de un proceso de montaje que puede durar semanas y requiere dedicación y esfuerzo. Los jóvenes de hoy tienden a ser miopes, a querer tener todo listo y llegar al final de algo lo más rápido posible, cueste lo que cueste. El montaje de una obra teatral con todos sus elementos, además de ser una obra colectiva que desarrolla la noción de grupo, cooperación y respeto por el otro, proporciona una inmersión en el tema elegido, que se desarrolla en varios ámbitos y vertientes. Esto requiere un trabajo de construcción gradual y persistente, que entrena la fuerza de voluntad.

Existen algunos recursos que se pueden utilizar para que el joven se sienta menos expuesto y pueda realizar su trabajo con mayor espontaneidad, como el teatro de sombras y el uso de máscaras.

El teatro, por ser un trabajo conjunto, le da al joven el sentimiento, tan importante para él en este momento, de pertenecer a un grupo pero con responsabilidad, porque cada uno tiene su parte que desempeñar para que se forme el todo.

 

EL TEATRO ENTRE 12 Y 13 AÑOS

El poder de logro, inherente a todo ser humano, se intensifica en la pubertad. Es responsabilidad del adulto orientarlo para que conduzca al desarrollo de valores y a la toma de conciencia de un papel a desempeñar en el mundo. Creemos que estos son los principios que deben guiar la elección de una pieza para esta época.

La práctica cuidadosa de la recitación, como el teatro, puede armonizar y clarificar la inestable vida afectiva del joven, por lo que la elección de la obra también debe ser sensible a estas exigencias.

La obra “La Llama Sagrada”, basada en una leyenda cristiana medieval, aporta un fuerte simbolismo que prescinde de cualquier discurso moralizante. La transformación de Raniero, es decir, la superación del orgullo y la vanidad – “Con toda precaución, Raniero protege la llama de la vela. Pero el fuego del orgullo crece en su pecho por sus grandes hazañas” – no es dado por la razón, por el intelecto, sino por la acción en el mundo, por la realización de una tarea. – “Mi llama nunca se puede apagar.” – La redención de Raniero se hizo por la acción movida por la fuerza del corazón. Raniero, como cualquier joven, se sentía insuperable, pero fuerzas mayores, las contingencias de la vida, frenaron su ímpetu – “¡Con mil rayos! ¡No contaba con esto! Contra el viento mi fuerza no vale nada. Tendré que andar mucho más lento”. – La llama sagrada que a cada momento se mostraba como un estorbo, es ella misma la que lo salvará – “Si hubiera llegado como caballero, no sería hospedado por el ventero. Si alguien me llamara pobre en los viejos tiempos, lo mataría de inmediato. Bendita ayuda… Es extraño como todo cambia…”.

La misma fuerza que impulsa a un joven a actos heroicos y desinteresados también puede llevarlo a la destrucción. Se encuentra solo, atormentado por la eterna dialéctica entre el Bien y el Mal, expresada en el juego del ángel y los demonios – “Sin embargo, no tenías una vela en la mano (ángel); ¡Tira la vela! (1er demonio); ¡Golpéalos hasta la muerte! (2do demonio)”. Es Raniero quien tiene que decidir, nadie más – “¡Con mil rayos! Recién ahora entiendo la situación. Es en la llama en lo que tengo que pensar primero.

Aunque los alumnos son mayores, se acostumbra contar la historia de la obra elegida antes de la introducción del texto. Así, los contenidos e imágenes llegan a los alumnos sintiéndolos, dándose cuenta de la intención primaria que es armonizarlos y sensibilizarlos. Sólo entonces se da el texto para las diversas lecturas. En cada uno de ellos se puede destacar un aspecto a observar: la historia en sí, el desarrollo de cada personaje, el ambiente de la obra, las diferentes escenas, etc.

También trabajamos en rescatar el lenguaje formal, donde el vocabulario es más elaborado, los diálogos son más largos, el entrelíneas cobra relevancia.

Después de una primera familiarización con el texto, es posible comenzar el trabajo de laboratorio: se elige una escena determinada y se pide a los alumnos que la representen, en grupos, a veces con un tono melancólico, a veces con un tono heroico o irónico. Tales experiencias ayudan a despertar a una intención y un significado más profundos, porque el significado va más allá del significado de las palabras. Se presentan y comentan las diferentes propuestas, buscando el consenso sobre la más adecuada. Se continúa trabajando para mejorar la interpretación elegida. De esta forma, la expresión de los personajes resulta del reconocimiento, de una experiencia interna, y no es impuesta por el docente.

La composición del vestuario puede seguir la misma línea de experimentación, es decir, los alumnos, individualmente o en grupos, investigan sobre la indumentaria de la época y complementan con sugerencias que provienen de experimentos de laboratorio. Luego presentan dibujos como propuestas de vestuario.

En la pieza “A Chama Sagrada” se puede trabajar en estas dos direcciones: los personajes humanos vestirían trajes medievales, caracterizando la condición de cada uno de ellos, especialmente a través de los tejidos utilizados: rasos y terciopelos para nobles y caballeros, más rústicos telas para los personajes del pueblo. El resto de personajes, Ángel de la Luz, demonios y viento personificado, pueden escapar a la caracterización convencional, ganando una configuración más sugerente con telas, colores, máscaras, etc.

El coro puede estar vestido con túnicas marrones, trayendo la idea de un solo cuerpo.

Todo el trabajo con el vestuario se destaca en la composición de la escenografía y en el movimiento escénico.

Esta pieza privilegia el montaje de planos: Francesca, situada en un rincón del escenario, en un plano un poco por encima de aquel en el que se desarrollan las escenas, en un ambiente más recogido; el Ángel de la Luz ocupa el plano más alto, mientras que los demonios estarían en un plano inferior, aunque en ocasiones se acercan a Raniero e incluso se dirigen al Ángel. En el plano medio se desarrolla la trama.

El coro recorre el escenario en bloque como una procesión durante sus discursos, expresando su omnisciencia de los eventos pasados y la historia que ahora se desarrolla.

Los grandes tejidos colgados y anudados en diferentes direcciones formando pliegues y volúmenes son un buen recurso para crear y separar ambientes.

A esta edad, los alumnos ya son capaces de contribuir a la composición escénica, pintando sobre tela, cartón o contrachapado partes de la escenografía como casas, árboles, puertas, ventanas, etc.

Un juego de luces puede complementar y realzar el paisaje.

Además del canto y la música instrumental propia de la época, los alumnos también pueden ocuparse del diseño sonoro.

Como puede ver, este es un trabajo que requiere mucho, y la asociación con maestros de áreas similares, como Artes, Música y Danza, es fundamental.

En el reparto de roles, el profesor puede elegir a más de un alumno para que sea Raniero, o Francesca, o incluso el Loco. Se intercalan durante la obra o actúan en el escenario al mismo tiempo.

Ahora la pieza está ensamblada. Lo más importante ya pasó: el proceso. Es principalmente en él que los estudiantes aprenden y maduran. La presentación es la expresión concreta de un largo y arduo trabajo en grupo, superando desafíos y cumpliendo metas.

 

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