por Ruth Salles
Me parece que la mayoría de la gente imagina a Dios como una especie de ser diferente, pero como si fuera mitad humano. Cuando era muy joven me vino la idea de Dios como algo esférico, porque la esfera es la forma más perfecta que existe. Así que contemplé estáticamente esta idea y me pareció que la esfera era un punto, un foco de luz en el centro del espacio, y que por un deseo de expandirse (y expandirse es amar) emitía el universo, que Quedó como en la periferia de una gran esfera, como imagen reflejada de este foco de luz, de esta Fuerza Primordial. Bueno, años después, cuando leí un librito para legos llamado “El Universo y el Doctor Einstein”, encontré ahí esta idea de un universo como en la periferia de una especie de esfera, y que este universo se expande y luego habrá una retractación. Leyendo entonces sobre los hindúes, aprendí que en el dios Brahma, el universo es su aliento. Lo exhala, luego lo inhala y luego hay una parada llamada pralaya. Encontré extraña esta similitud entre los hindúes y Einstein. Me gustó tanto esta idea que me sentí como una mota reflejada de la expansión de la Fuerza primordial, siendo el universo como un espejo de esa Fuerza. Hace años, contándoles esto a unos nietos, una nieta de 14 años dijo: “Abuela, me gusta tu idea de un Dios redondo”.