San Francisco y Amazonas
poema de María Sabina
los rios de mi tierra
son dragones de escamas verdes,
o cuerpo plateado
o con la espalda color barro,
cuya cola se desata,
escarabajo, pez espada, hurón,
el valle, la llanura, la montaña,
cargando, socavando,
inundación, fertilización
las tierras de mi tierra.
Dos vienen rodando como gigantes,
las grandes aguas en un torbellino,
uno en los bosques del norte, muy lejos,
otro en el Centro, cortando el sertão.
El San Francisco viene de la montaña,
canta en las piedras, gira y se baña
bosques, ciudades, prados, pasos
en su tumulto, henchiendo las aguas,
en Paulo Afonso salta sobre las horquillas
y, con un gran grito, ¡se rompe!
Y la blanca espuma sigue,
conquistando todo, siempre triunfando,
el rio olvida lo que estaba lejos
y rueda perdiéndose en el mar.
Y el Rio-Rei, el Rio-Mar, el Rio das iaras,
el Amazonas sin ley de caimanes y arroyos,
que lleva leyendas y sueños en aguas turbias,
cantando con voz lenta y melodiosa,
superando obstáculos, distancias,
tomando “bubuia” en la corriente
árboles, troncos, ilusiones de personas,
“tierra caída”, encantamientos y anhelos,
ramas rotas, fragmentos de islas,
pesadillas, maravillas, maravillas!
Y, barriendo la tierra poco a poco,
finalmente entra en el mar como un gigante,
y empacar el océano enojado y loco
levanta las olas sacudiendo el lomo:
el “pororoca” retumba en un estruendo
que el eco repite en un grito lejano...
Y sigue la lucha formidable
hasta que el mar conquistado finalmente se retira,
y el río victorioso más allá de las islas
¡Ve, mar adentro, hasta doscientas millas!
Vosotros sois como vuestros ríos, Mi Tierra.
¡Cuánta belleza encierra su fuerza!
Aprende de ellos la lección salvaje
de constancia, audacia y coraje.
Nunca retrocedas un solo momento:
mira siempre al futuro: ¡adelante! ¡delantero!
Y cuando el pesimismo de los hombres
predice tu caída al abismo,
recuerda Paulo Afonso: el río tumultuoso
caer para permanecer victorioso!
Y cuando te auguren la derrota,
sigue tranquilamente tu ruta:
como la amazona, temible domadora,
las olas dominan en el choque terrible,
construye tu fuerza bruta en una pared,
prepara sus garras de hierro para la lucha,
y cualquier enemigo, más allá de las islas,
también retrocederá doscientas millas,
que la pororoca es la lucha, es un grito de victoria,
y tu destino es la marcha a la Gloria!
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