el niño de 7 años
Por Cristina Maria Brigagão Abalos, Dora Regina Zorzetto Garcia y Vilma Lúcia Furtado Paschoa.
En su fantasía, el niño de 7 años puede ser el viento cuando se mueve, crecer como la plantita, ser la rana que salta o el pájaro que vuela. A esta edad, el niño todavía se siente uno con el mundo que le rodea y, en particular, integrado con la Naturaleza. Así que hablar de plantas y animales es como hablar de ella misma. Todavía no ha desarrollado la percepción de ser un individuo, de sentir y actuar diferente a su entorno.
El niño aún vive inmerso en el mundo de la fantasía, revelado en sus juegos, pero el juego del niño es su trabajo, es una cosa muy seria que no se separa de ninguna otra actividad. Es en el juego que el niño realiza sus posibilidades corporales, explora el mundo que le rodea y establece relaciones con él. No está preparada para recibir explicaciones teóricas: todo en ella es actividad. Un rasgo llamativo de su comportamiento es su capacidad de imitación: gestos, postura, forma de hablar, vocabulario, en definitiva, tiende a imitar fácilmente todo lo que percibe en el adulto que convive con ella. En cuanto a la fantasía, corresponde a los educadores velar por que se desarrolle de forma sana, manteniendo una estrecha relación con la realidad, para que la fantasía no se convierta en fantasmagoría. La imaginación y la fantasía despiertan el interés del niño por el mundo que luego comprenderá a través del razonamiento lógico.
¿Dónde surge la fantasía con mayor intensidad? La fantasía creativa aflora con mayor intensidad en los momentos de pausa, en los pequeños silencios que creamos en el transcurso de cualquier actividad, en la escucha, aunque sea sólo desde dentro. Es necesario que los educadores estén atentos y no solo dejen que sucedan estas pausas, sino que creen oportunidades para que surjan, ya que son parte indispensable de un ritmo, de un respiro: es en estos momentos, cuando no se pide atención al exterior, que la fantasía funciona internamente. Por otro lado, la fantasía también aparece en la acción ruidosa, en la espontaneidad que aporta el niño en su carácter lúdico -y muchas veces cómico- y que nos sorprende con soluciones inesperadas y creativas.
Después de estas consideraciones, se puede decir que el mundo del niño de 7 años es un teatro constante, una fantasía continua. El papel del educador es, en esencia, organizar este mundo y configurarlo de manera sana para explorar todas sus posibilidades. ¿Cómo? Una de las vías es a través del teatro, tal como lo entendemos en este contexto.
EL TEATRO PARA NIÑOS DE 6 A 7 AÑOS
Con niños de esta edad, sugerimos trabajar con cuentos de hadas. A lo largo del año, se pueden narrar diariamente, en su totalidad o en partes, según la duración. Las imágenes de estos cuentos de hadas forman, por así decirlo, un telón de fondo sobre el que se despliegan todos los temas que queremos tratar a esta edad, como extensiones de los cuentos. Muchos de ellos están aquí en forma teatral.
EL PROCESO DE MONTAJE
Después de elegir la obra, primero se cuenta la historia a los niños dos o incluso tres veces en días diferentes. Los cuentos no se leen a los niños, porque cuando se leen, el libro constituye una barrera entre el docente y los alumnos, además de tener un lenguaje que no se utiliza en el día a día de las clases. Contar un cuento mirando a los niños nos permite observar sus expresiones faciales, que revelan cómo está afectando el cuento a cada uno y, así, establecer una comunicación directa con cada alumno, utilizando las expresiones propias del docente. En este momento, este contacto personal es más importante que el lenguaje literario, cuyas cualidades estarán presentes en el transcurso de los ensayos y en la memorización del texto. Todavía no es necesario decirle a la clase que la historia será dramatizada, sino dejar que los niños experimenten las imágenes.
Luego, otro día, los alumnos repasan la historia (ahora la cuentan) y, por ejemplo, dibujan partes de ella. Los dibujos pueden colocarse en las paredes del aula y ser observados por todos (no criticados): el docente señala aspectos positivos. aspectos y, en su caso, orienta sobre lo que se puede mejorar. También pueden pintar, reproduciendo los sentimientos que surgieron a través de las cualidades de los colores.
Ahora los estudiantes están más involucrados con las imágenes, y el profesor selecciona algunos extractos y algunas canciones y las inserta en la parte rítmica de la clase.
¿Qué es la parte rítmica?
Todos los días, cuando los niños llegan al salón de clases, vienen de diferentes ambientes y se presentan con un estado de ánimo especial: algunos llegan sin aliento porque llegaron tarde, otros cansados, porque tenían mucho tránsito, otros vieron una pelea entre sus padres o cosas peores. No están preparados para aprender. La función principal de la parte rítmica es armonizar a estos niños y prepararlos para el aprendizaje. Un poema, por pequeño y sencillo que sea, dicho a coro al comienzo de la jornada escolar, por ejemplo, ayuda a suavizar la dispersión de los alumnos y les hace sentir que forman parte de un todo. De manera lúdica y alegre se imparten ejercicios de ritmo, con poesía y cantos –que incluso pueden ser parte de una futura obra de teatro– interpretados por todos, con palmas, gestos, movimiento, “afinando” la clase. Así se trabaja el esquema corporal, la espacialidad, la dicción, la atención, la integración social, y muchos otros aspectos. Este comienzo de la clase, que llamamos la parte rítmica, se repite, así, durante tres o cuatro semanas, cuando entonces se cambia algo, no todo a la vez, es decir, se reemplaza un poema por uno nuevo, entonces uno nuevo, música, etc., siguiendo los temas trabajados en clase, la materia. A la larga, el trabajo rítmico desarrolla cualidades y crea disposiciones y habilidades para el trabajo teatral.
En los primeros tres años escolares, es importante que la parte rítmica se realice en círculo, con los niños de pie y libres para moverse. El círculo es la forma perfecta que integra a todos, y donde todos ven el todo.
Pues bien: el profesor inserta entonces fragmentos de la pieza elegida en esta parte rítmica, siempre con gestos sencillos, amplios, expresivos, y los repite a diario. Poco a poco, el niño irá asimilando y dando su carácter personal, creando nuevas formas de expresión del texto. Entonces ya se está armando la obra, y los niños ya la están memorizando, con mucha ilusión y emoción. De manera lúdica se trabaja orientando los gestos, la postura y la expresión corporal, así como el lenguaje y la articulación, la memoria, la entonación y el ritmo del habla. Para eso, es necesario que, antes, el maestro haya memorizado los versos y canciones que enseña a los alumnos y entrenado los gestos. Todo debe estar bien pensado y preparado, así habrá seguridad en la orientación.
EL LENGUAJE
El lenguaje también es fundamental cuando se habla de teatro y educación. Al elegir una obra de teatro o poesía, el docente debe tener cuidado de presentar un lenguaje rico, hermoso, correcto y rítmico, además de preferiblemente rimar, especialmente para el 1er año. Las rimas facilitan la memorización y dan musicalidad al habla.
El maestro no debe evitar los términos más difíciles ni preocuparse por explicarlos. Los niños ampliarán su vocabulario y comprenderán el significado a través del contexto y la experiencia de las imágenes. Con el tiempo, el profesor comprueba que se han entendido las palabras y, si es necesario, da la explicación. Muchas explicaciones intelectuales destruyen la experiencia de las imágenes.
En el 1er año, todos los niños decoran todo, toda la pieza. Ningún discurso debe ser individual, porque, como se expuso anteriormente, los niños aún viven en el todo y tal vez fueron expuestos precozmente como individuos frente a una audiencia. El maestro debe juzgar qué es lo mejor para sus alumnos, pero le aconsejamos que cada personaje sea interpretado a coro, es decir, por un grupo de niños vestidos con la misma ropa y colores.
CANCIONES
Las canciones utilizadas en las obras de 1º año deben tener melodías sencillas y breves. A veces, solo pequeños y puros sonidos producidos por instrumentos muy simples (campana, cocos, metalófonos, etc.) ya producen un efecto de sonido en el momento adecuado y ayudan a crear una atmósfera, un momento de pausa o para señalar algo que sucederá. El propio profesor puede hacer estos sonidos o ese alumno más tímido, que aún no está seguro de aparecer en escena. El sonido de la escena también se puede hacer con elementos de la naturaleza, como hojas secas, guijarros, etc., o con objetos cotidianos, como latas, celofán, etc. Por supuesto, es muy importante que los niños canten, e incluso se pueden introducir cirandas y canciones infantiles en una obra de teatro. Depende de elegir el momento adecuado. Sugerimos que la mayoría de las órdenes que da el maestro en los primeros grados se transmiten cantando melodías muy sencillas. La música es fundamental para armonizar el ambiente y desarrollar el ritmo en las actividades. *
* El sonido de los aparatos electrónicos siempre está distorsionado, lo que no es muy adecuado en una edad en la que el niño está afinando su capacidad auditiva. Además, las canciones están listas, ahorrándole al niño cualquier esfuerzo por desarrollarse en este sentido. A esto se suma el hecho de que, por muy cuidadoso que sea, es difícil encontrar algo ya hecho que encaje perfectamente en la pieza que se está ensamblando, lo que termina creando una situación artificial.
DOCUMENTOS
La pieza, por tanto, se va montando por partes, todos los días, en la parte rítmica de la clase. Todos ejercitan, interpretan y memorizan todo. La elección de roles se deja para el final, y es importante que la haga el profesor. Esta es una actividad pedagógica, y las elecciones de roles no pueden ser aleatorias. Puedes elegir a un alumno para que desempeñe cierto papel porque se parece a ese personaje o porque será un desafío para él. Siempre se debe tener en cuenta: – ¿Qué necesita este estudiante? - ¿Cuales son tus habilidades?
ESCENA Y VESTUARIO
Ahora bien, también se puede pensar en los decorados y el vestuario. Esto no debería ser una gran preocupación, porque, especialmente en el 1er año, cuanto mayor sea la simplicidad y menor el número de detalles, mejor. Hay que recordar que las fuerzas de la fantasía en un niño de 7 años están muy presentes. Lo ideal es aprovechar estas fuerzas y dejar que los niños experimenten interiormente las imágenes que trae el juego. Si se utilizan demasiados detalles, como accesorios y objetos escénicos que seguramente no coincidirán con lo que el niño había imaginado, podríamos estar matando su fantasía.
Para componer un escenario basta con unos paños de colores elegidos según el ambiente que se quiera crear. Los niños visten las mismas túnicas, con distintos colores, según sus personajes, y ellos mismos componen y representan el escenario: árbol, río, piedras, animales, etc. Si hay rey, puede llevar capa y corona de papel dorado; si hay abuela, un chal sobre la túnica y nada más. No son necesarios ni pintacaras ni mascarillas: estas aparecerán en el momento adecuado, unos años después. Al final, lo más importante sucede en la imaginación de los niños.
EJEMPLO PRÁCTICO
Para ejemplificar el montaje de una obra de teatro en un 1º año, se eligió la obra “Rosa Branca e Rosa Vermelha”. Los pasos a seguir serían los siguientes:
1er. Contar la historia: como se mencionó anteriormente, el maestro prepara la historia y la cuenta sin leer, interpretar o cuestionar: también se deben evitar las adaptaciones, ya que los cuentos de hadas reflejan la sabiduría antigua, que habla directamente al corazón de los niños;
2do. Vuelva a contar la historia, lo que hacen los niños, al día siguiente;
3er. Dibujos o pinturas de partes de la historia;
4to. Introducir, en la parte rítmica, la música y la primera línea del coro; en el caso de esta pieza, el docente puede enfatizar los sonidos de las consonantes M/N/R/L en el habla;
5to. Ampliar el trabajo con el texto en la parte rítmica, haciendo que los niños memoricen, articulando bien los sonidos, mientras experimentan situaciones a través de gestos;
6to. Después de que todos hayan aprendido el texto, puede, por ejemplo, separar la clase en líneas masculinas y femeninas: los niños dicen las partes del gnomo y el príncipe oso, y las niñas dicen las partes de las Rosinhas y la madre. Con el tiempo, los niños se revelan: algunos se identifican con el oso, otros con el gnomo, otros con la madre, etc.;
7mo Como hay pocos personajes para toda una clase, el mismo papel lo pueden hacer varios niños en diferentes momentos, por ejemplo, cada vez que aparece el gnomo, puede ser interpretado por otro alumno, o un grupo de alumnos, aunque el discurso es siempre acompañado por el coro de niños; es decir, su discurso está representado por el coro de niños, pero uno de ellos (o un pequeño grupo) se destaca en la interpretación, poniéndose más allá e interactuando con los demás personajes.
8vo. Algunos niños pueden encargarse de los efectos de sonido, que son fundamentales para marcar las escenas, entradas y salidas, y caracterizar a los personajes. Cada entrada de Rosinhas se puede señalar con un toque triangular; la rabia y el mal genio del gnomo estarían bien caracterizados por el áspero sonido del reco-reco. Todo esto se va insertando poco a poco;
9º Teniendo en cuenta que lo ideal es que los alumnos estén en todo momento sobre el escenario (situados en semicírculo o en grupos, detrás de los que actúan), la escenografía y los elementos escénicos serán muy sencillos y sugerentes: una silla para la madre, paño verde en el suelo como hierba, otro azul para el río, dos escobas; la chimenea será sugerida por una silla o banca cubierta con un paño, dos jarrones pequeños, uno con rosas rojas y otro con rosas blancas (que pueden ser de papel), una bolsa con papelitos arrugados de oro y plata para el gnomo. ¡Listo! ¡No se necesita nada más!
10 De acuerdo con la sencillez del escenario, para el vestuario se puede utilizar: un chal para la madre, vestidos con volantes para las Rosinhas y coronas de flores en la cabeza (blancas y rojas; también de papel), una capa marrón con un capucha para el oso, que llevará debajo un traje de príncipe (un chaleco abierto de raso dorado y una corona de papel dorado); una gorra roja para el gnomo, con un chaleco corto y pantalones largos dentro de botas verdes (un trozo de fieltro o papel de gamuza adaptado muy bien para las botas).
Para que los niños experimenten todos estos pasos en profundidad, no debe haber prisa. En nuestra experiencia, el tiempo de montaje de una pieza como esta es de al menos un mes, trabajando todos los días y considerando que esta actividad no se realiza únicamente en un día de clases. A veces una asamblea puede llevar más tiempo, dependiendo del ritmo de la clase y las posibilidades del currículo.
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