Cuento de los hermanos Grimm, traducido por Ruth Salles
Una vez, dos hijos de un rey salieron en busca de aventuras y se entregaron a una vida tan revoltosa y disoluta que ni siquiera se acordaron de volver a casa. El más joven, que se llamaba el Loco, fue en busca de sus hermanos; cuando por fin los encontró, solo escuchó burlas, pues, siendo tan ingenuo, pensó en ganar en la vida, mientras que ellos, mucho más listos, no habían podido.
- Dibujo en pizarra de la profesora Beatriz Retz, de la Escola Waldorf Aitiara.
Los tres partieron juntos y llegaron a un hormiguero. Los dos mayores quisieron revolver en él para ver a las hormigas huir enloquecidas llevándose sus propios huevos, pero el Loco les dijo:
– Deja en paz a las mascotas, no soporto que las lastimes. Así que siguieron caminando y llegaron a un lago donde nadaban muchos, muchos patos. Los dos hermanos querían conseguir algo para hornear, pero el Loco no accedió y dijo:
– Dejad a los animales en paz, no soporto que los maten.. Finalmente, llegaron a una colmena, donde había tanta miel que corría por el tronco del árbol. Los dos querían encender un fuego abajo para sofocar a las abejas y extraer la miel. El Loco lo detuvo de nuevo, diciendo:
– Deja en paz a las mascotas, no soporto que las quemen, después de todo, los tres hermanos llegaron a un castillo.
En los establos había caballos de piedra y no apareció nadie. Recorrieron todas las habitaciones hasta que, al final, encontraron una puerta con tres cerraduras. En medio de la puerta, sin embargo, había un pequeño agujero a través del cual se podía mirar dentro de la habitación. En el interior vieron a un hombrecito de cabello gris sentado en una mesa. Lo llamaron una, dos veces, pero el hombrecillo no los oyó. Cuando lo llamaron por tercera vez, se levantó, abrió las cerraduras y se fue. No dijo una palabra, pero los condujo a una mesa ricamente preparada. Habiendo comido y bebido los tres, condujo a cada uno a su dormitorio. A la mañana siguiente, el hombrecillo canoso se acercó al mayor, le hizo una seña y lo guió hasta un cartel en el que estaban escritas tres tareas que podrían desencantar el castillo. El primero dijo que en el bosque, debajo del musgo, estaban las perlas de la hija del rey, en número de mil, que había que recoger; y al atardecer, si faltaba uno solo, el que los buscaba se convertía en piedra. El mayor fue y buscó todo el día. Pero cuando el día llegó a su fin y no había encontrado más que cien perlas, sucedió lo que estaba escrito en la plancha, y se convirtió en piedra.
Al día siguiente, el segundo hermano se hizo cargo de la tarea, pero no lo hizo mejor que el mayor, pues solo encontró doscientas perlas y se convirtió en piedra. Por fin le tocó el turno al Loco, que buscó en el musgo; pero fue tan difícil encontrar las perlas, y tomó tanto tiempo, que se sentó en una roca y lloró. Acto seguido apareció el rey de las hormigas, cuya vida había salvado. Iba acompañado de cinco mil hormigas. No pasó mucho tiempo, y los animales encontraron todas las perlas y las apilaron allí. Pero la segunda tarea era ir a buscar la llave de la habitación de la hija del rey en el fondo del lago. Cuando el Loco llegó al estanque, los patos que una vez había rescatado llegaron nadando y descendieron en picado y sacaron la llave del fondo.
La tercera tarea fue la más difícil, pues de las tres hijas durmientes de un rey tuvo que elegir la mejor. Eran, sin embargo, completamente iguales, sin nada que los distinguiera, excepto que habían comido, antes de dormir, tres dulces diferentes: el más antiguo, un terrón de azúcar; el segundo, un poco de melaza; el más joven, una cucharada de miel. Luego vino la reina de las abejas, a quien el Loco había protegido del fuego, y lo probó de la boca de los tres; al fin descansó en la boca del que había comido miel, y así el Loco reconoció cuál era la hija del rey correcto. Con eso, el hechizo se rompió, todo en el castillo despertó de su letargo, y quienquiera que se había convertido en piedra recuperó su forma. El Loco se casó con la mejor y más joven hija del rey, y después de la muerte de su padre, él fue rey; sus hermanos, sin embargo, se casaron con las otras dos hermanas.