por Ruth Salles
escrito para los niños que subieron al Corcovado
dibujo en pizarra por la maestra Juliana Nogueira
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¿Sabías que las antiguas comunidades cristianas ignoraban el día del nacimiento de Jesús?
Pues entonces se decidió elegir una fecha, y la fecha elegida fue el 25 de diciembre, en sustitución de la fiesta con la que los romanos celebraban el nacimiento del sol invencible (Natalis solis invictus), que desaparece por la noche y reaparece por la mañana. Y desde entonces se celebra en ese día el nacimiento de Jesús, que murió y resucitó.
¿Sabías que las iglesias antiguas, especialmente en Europa, siempre se construían con la entrada mirando hacia el este, hacia el lado donde sale el sol? En Europa, puedes saber dónde está el este buscando la puerta de una iglesia antigua. Los cristianos querían que el sol naciente, al salir, entrara con sus rayos al sagrario. Un encuentro del astro-rey con el Cristo-Rei.
¿Sabías que la estatua del Cristo Redentor en Corcovado, en Río de Janeiro, no está simplemente frente a la Bahía de Guanabara? Está orientada hacia el este, por donde sale el sol. Todos los días, Cristo en el Corcovado espera que el sol salga por el horizonte y, cuando recibe sus rayos en su corazón, él y la estrella hablan entre sí:
– Señor Jesús, yo soy el gran Sol invencible. Con mis rayos ilumino la tierra, hago crecer la planta, fortalezco a los animales ya todos los hombres que viven en este mundo.
– Gran Sol, amigo mío, es muy hermosa tu misión de iluminar, hacer crecer y fortalecer todo lo que hay en la tierra. Yo, hermoso Sol, estoy aquí con los brazos extendidos sobre esta roca, porque de mi corazón y de mis manos salen también rayos de amor para iluminar los corazones humanos, hacer crecer en ellos el bien y fortalecer su voluntad para obrar correctamente.
– Señor Jesús, yo también recibo tu fuerza. Se dijo de mí: “El sol brilla para todos”. Porque yo brillo sobre mares y ríos, desiertos y bosques, campos y ciudades, animales domesticados y fieras, justos e injustos, inocentes y criminales. A todo lo que existe envío mi luz y mi calor.
- Gran Sol, aquí estoy yo también, con los brazos extendidos, acogiendo con mi amor a todas las criaturas del mundo, acogiendo a los que tienen razón y a los que no, a los que me aman y a los que me rechazan, a los que me conocen. y los que me odian, los que no me conocen. Hasta los confines del mundo extiendo mi eterna compasión. ¡Sigamos con nuestras misiones, amiga Sol! Tú, con tu luz y tu calor, yo, con mi profundo amor. Incluso cuando estás escondido en las nubes, todavía estás allí. También estoy siempre presente, siempre con incluso aquellos que no me ven.
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