18 de marzo de 2020

Pélope e Hipodamia

 

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obra de Karla Neves

Esta pieza, basada en la leyenda del inicio de los Juegos de Olimpia, fue realizada por la maestra Karla, para su 5to grado. Acabo de ajustar las líneas en hexámetro griego. Al final o al principio, los estudiantes pueden tocar la melodía griega del Escolio de Seikilos en la flauta.  ruth salles

CORO -
“Este es el gran Enomao, padre de una hermosa doncella.
Es la famosa Hippodamea. Los hombres suspiraban por ella.

Pero tan celoso y amoroso, tan celoso era el rey.
La quería solo para él, y su palabra era ley.

Todos sus pretendientes conocieron a los más tristes.
En una desafortunada carrera, la muerte se los llevó a todos.

Caballos fuertes tiraban de carros llamados carros.
Todos los regalos de Ares, corceles invencibles, temidos.

Los pretendientes, vencidos, fueron condenados
¡Oh, qué terrible frase! ¡Tan joven y decapitado!

Pobre Hippodamea, sola... Un día esto terminará.
Porque las viles acciones no se sostienen. Alguien, un héroe, surgirá.

DEMANDANTE:
– Vengo, oh, Enomao, a pedir la mano de Hipodamea…

REY (interrumpiendo el discurso del pretendiente): - Lo sé.
Si la carrera gana, estoy de acuerdo. Si no….

PRETENDER: – ¡¡Voy a ganar!!

(El día de la carrera)

REY:
- ¿Ya estás listo?

PRETENDER: – ¡Y bien hecho!

KING: – ¡¡Entonces que comience esta prueba!!

REI (cuando termina la carrera):
- ¡¡Acabo de ganar!! ¡Pagarás con tu vida, muchacho!

(El pretendiente, derrotado, es llevado para ser decapitado.)

PELOPE (aparece otro día):
– ¡Eres tan hermosa, Hippodamea! Desearía casarme contigo.

HIPODAMEA:
- Pelops, me conquistaste, pero querías lo imposible.
Todos mis pretendientes murieron de manera terrible.

PELOPE:
– Ah, pero conmigo será diferente, pronto lo verás.

REI (entra en la habitación);
– Ahora, ¿qué quieres con mi Hippodamea, muchacho guapo?

PELOPE:
“Quiero casarme con ella, señor.

REY: - Porque pelearás
una carrera conmigo. El carro está listo. si tu ganas
Te doy la mano de Hippodamea. ¡Si pierdes, la muerte te atrapa!

PELOPE:
– Sí, pero de tanto caminar necesito un poco de descanso.

REY:
“Yo también me prepararé, porque así es mejor, de verdad.

(Pelope se va pensativo. Más tarde…)

COCHERO:
– ¡Pss! ¡Oye! ¡Espera, chico!

PELOPE: ¿Me llamas? ¿Qué quieres de mí?

COCHERO:
– ¿Eres pretendiente de la mano de Hippodamea?

PÉLOPE: Lo soy. ¿Pero por qué?

COCHERO:
– ¡Sé un secreto que puede ayudarte!

PELOPE: Espera, ¿quién eres?

COCHERO:
“Soy el cochero del rey y deseo que ganes la prueba.

PELOPE:
– ¿Qué secreto conoces? ¡Gana la carrera que sé!

COCHERO:
– Los fuertes caballos del carro del rey son invencibles.
Eran regalos del mismísimo dios Ares. Y el coche está encantado.
por las clavijas de bronce que sujetan las ruedas.

PÉLOPE: ¿Y entonces?

COCHERO:
– Cambio las clavijas de bronce por clavijas de cera.
Se derretirán con el calor de la carrera y las ruedas se soltarán.
¡Tú ganarás!

PELOPE: ¿Pero por qué me quiere ayudar tanto, cochero?

COCHERO:
“Veo sufrir a Hippodamea y morir a sus pretendientes.
Ella necesita liberarse. El padre es demasiado tirano.
Pero esta vez será diferente y ganarás.

PELOPE:
– Me gusta el plan, cochero. ¡Empieza a cambiar las clavijas!

COCHERO:
– Sí, estoy harto de las muertes, y quiero feliz a la princesa.

(El cochero se pone manos a la obra, cambiando las clavijas de bronce por unas de cera. El día de la carrera…)

PELOPE (hablando al cochero):
– ¿Listo, cochero?

CONDUCTOR: Eso espero, ¡buena suerte!

PÉLOPE: ¡Gracias!

(Comienza la carrera. Ahora uno va delante, ahora el otro, pero las estacas empiezan a derretirse, y Pélope va delante del rey, cuyo carro se desmonta a mitad de camino.)

CORO:
- ¡Mirar! ¡¡La carrera comienza con el gran Oenomaus a la cabeza!!
Pélope ahora! ¡Es el rey! ¡Pero es Pélope! ¡Es el rey! ¡Mira a Pélope!

REY:
– ¡Zeus! ¡Mi coche encantado se descompone tan de repente!...

CORO:
- ¡¡Mira el carro del rey!! ¡¡¡Y ahora es Pelops el que gana!!!

(El rey, desolado pero majestuoso, se dirige al vencedor.)

REY:
– Ya que has ganado la carrera, te concedo la mano de Hippodamea.

PELOPE:
– Bella y querida Hippodamea, ¡ya podemos casarnos!
¡Ah, es a Zeus a quien agradezco y le rindo un gran tributo!
¡En su honor, que se hagan juegos! y todos los griegos
¡están invitados!

CORO: - Así termina la hazaña de Pelops,
gracias al pobre cochero ya este intrépido muchacho.
Ah, tan hermosa Hippodamea, ahora lo tendrás por marido.
Tú, que amabas a Pelops, eres finalmente liberado.
Hoy, en piedra blanca, en el templo de Zeus,
esta gloriosa historia del comienzo de los juegos de la paz.

 

 

 

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