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poema de Robert Reinick
traducido y recreado por Ruth Salles
Justo en el medio del pueblo, la pequeña iglesia en la colina
Toca el timbre y paso.
La gallina cloquea, mira volar la paloma,
y en el lago ya se han ido a nadar los patitos.
Allí en el puente un niño canta la canción,
y el carro, chirriando, deja una estela en el suelo.
Cargado de heno, viene rodando,
allá arriba, Zezinho y Tonha gritando.
Y se balancean así, luego se ríen.
En la noche resuena la alegría de los dos.
Cada rey tiene su trono. ¡Qué guapo es!
“Pero el heno es mejor para sentarse”, dice Zé.
“Y cuando sea rey, querré sentarme
en mi trono de heno que chirría al pasar.”
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