[print-me target="body"]
cuento de Henning Kohler
adaptación al teatro de Ruth Salles a partir de la traducción de Karin Stach
Making off da representação feita em 2022 pelo 8° ano da Escola Waldorf Turmalina, de Curitiba PR, alunos da professora Jussara de Souza.
CARACTERES
Rey
Reina
Dos guardias del trono
ministro 1
ministro 2
asesor principal
dama de la corte 1
dama de la corte 2
médico jefe real
verdadero maestro inventor
mensajero 1
mensajero 2
mensajero 3
adebet
Bedebeto
Antiguo
cedebeto
Cedebeto 2do (en representación del Pasado)
tutú
Tutu 2nd (representando el Pasado)
Koshka
Juana, tu hija
Yoshka
Tu esposa (también puede ser la Vieja con otro atuendo)
Tu hija Miriam
Clientes de Ioshka (pueden ser miembros de la corte con otros atuendos)
Jefe bandido (también puede ser uno de los guardias del trono)
Bandidos (pueden ser los 3 mensajeros, más Adebeto y Bedebeto)
luz de la luna
dama de las estrellas
sirviente de Koshka
Master Confusion (puede ser el otro guardia del trono)
Ángel guardián de la reina (puede ser la dama estrella vestida de blanco)
Joven del cuento (puede ser Tutu 2nd)
Niño del cuento (puede ser Cedebeto 2do)
NOTA:
Las notas entre paréntesis son sugerencias en caso de que el número de alumnos en la clase sea menor que el número de personajes de la obra.
PRIMER ACTO
Escena 1
Salón Palacio Real. El rey camina de un lado a otro. La reina está sentada en el trono. Hay un guardia a cada lado del trono.
REY: - Si supiera lo que es ser rey, hubiera elegido otra profesión.
REINA: ¡Pero, mi amor, ser rey es lo más importante del mundo!
REY: – ¿Importante? Pero ¿cómo, si no hago nada que valga la pena? ¡Piensa cuidadosamente! El albañil construye casas, el panadero hace pan, el alfarero da forma a tinajas, el labrador recoge lo que ha sembrado. Todos se enorgullecen del trabajo de sus manos. Pero ni siquiera puedo estar orgulloso de mi corona, porque fue hecha por el orfebre. ¿Y mi túnica morada? ¿No lo hizo el sastre? (El rey se deja caer en el trono con un suspiro de consternación)
REINA: - En lugar de quejarte tanto, debes seguir las órdenes del médico jefe. ¡Quién sabe cómo Dios nos envía un hijo!
REY: — ¡Ay! Entonces, ¿crees que todos los días comer 20 huevos de águila crudos, hacer 50 flexiones y bañarte en leche agria durante 3 horas nos va a hacer tener hijos? Esto es charlatanería. Además, ¿puede un rey como yo ser un buen padre?
REINA (llorando y pateando el suelo): - Oh, oh... Quería casarme con un rey y me casé con un chico que no quiere crecer...
KING: – Fácil, fácil… Un chico… Sí, tienes razón. Cuando era príncipe, iba a la cocina y cambiaba la sal del chef por azúcar, ponía hormigas en la peluca de mi maestro...
REINA: Pero ahora eres rey. Debes comportarte con dignidad.
REY: – Dignidad… Sólo si yo fuera un famoso navegante, un genio inventor. De hecho, tenía muchas ganas de inventar un avión...
REINA: ¿Qué?
KING: Un barco que pudiera volar, ¿ves? Vivo pensando en eso...
REINA (sacudiendo la cabeza) – Sí… ni en el hermoso barco que mandé hacer, todo de oro con velas de plumas de cisne, te pareció gracioso… Ni en el castillo de cristal, ni en los magos, músicos, bailarines…
KING: No quiero nada de eso. Quiero darle a la gente algo que necesitan que los haga felices. Enviaré mensajeros por todo el reino en busca de alguien que sepa qué hacer al respecto. Y ese alguien será ricamente recompensado. (exclama a los guardias): – ¡Llamad a los mensajeros reales! (Los guardias se van.)
escena 2
El rey y la reina en los tronos. Dos guardias, dos ministros, el consejero principal y dos damas de la corte. Llegan el Mensajero 1 y Adebeto; luego el mensajero 2, Bedebet y la anciana; luego mensajero 3, con Cedebeto.
MENSAJERO 1 (entrando con Adebetus; ambos se inclinan): – ¡Oh rey, os he traído aquí a este hombre llamado Adebetus, que dice saber lo que Vuestra Majestad debe hacer por el pueblo!
REY: ¡Sí, mensajero! (al otro): – ¡Usted puede hablar, señor Adebeto!
ADEBETO (con aire de gran importancia, que hace hacer una mueca a la reina): – ¡Señor Rey! Lo sé con certeza, por mi muy ¡Sabia sabiduría, que hay gente en todas partes que quiere que alguien dé saltos mortales en el techo de un carruaje tirado por caballos al galope sin caerse!
REY (a los guardias): – ¡Arrestad a este hombre durante tres días a pan y agua! Él miente de-sa-ver-go-nha-da-men-te!!! (La reina oculta una risa tapándose la boca con la mano. Los guardias se llevan a Adebeto, que parece indignado y ofendido.)
CONSEJERO JEFE: – Pero, Su Majestad no quiere pensar en la posibilidad…
REY (enojado, levantándose y poniendo las manos en las caderas): – ¡Qué casualidad, qué no, señor consejero jefe!
CONSEJERO JEFE: – Pero, ¿no sería el caso considerar…?
REY (más enojado, gesticulando): – ¡Nada que considerar! ¡Tan absurdo!
(El rey vuelve a sentarse. El consejero se encoge, todo nervioso. Las damas intercambian risitas y susurros.)
MENSAJERO 2 (entrando con Bedebetus; ambos se inclinan): – ¡Oh rey, os he traído aquí a este hombre llamado Bedebeto, que pretende saber lo que Vuestra Majestad debe hacer por el pueblo!
REY: ¡Sí, mensajero! (al otro): – ¡Usted puede hablar, señor Bedebeto!
BEDEBETO (con aire suave y halagador; lo que provoca otra mueca de la reina): - ¡Oh Rey de la más majestuosa Grandeza y Majestad! El mundo entero espera Tu Presencia para preparar un remedio, para hacer crecer los cabellos como la hierba en primavera.
REY (tratando de mostrar paciencia): – ¿Y cómo se hace eso, señor Bedebeto?
BEDEBETO (señalando a una viejita a la entrada del salón del trono): – Esa viejecita de allá me transmitió esta fórmula mágica… (al oído del rey) Ensalada de papa mezclada con polvo de lombriz seca, enterrada durante la luna llena en el umbral y desenterrado en la próxima luna llena. (La reina se lleva las manos a la cabeza y hace una señal con el dedo en la frente, indicando la locura de Bedebeto.)
REY (llama a la anciana, que tiembla de miedo): – Pase, pase, señora. Dime: ¿Cuánto te prometió Bedebeto que me mentirías?
ANCIANA: – ¡N-nada, no-no, Majes-majest-tade!
REY: Bueno, no tengas miedo. Sé que sois pobres, y en la pobreza cualquier moneda es preciosa. Dime cuánto prometió y te daré el doble.
ANCIANA (sollozando): – Cincuenta piezas de plata… Tengo nietos que tienen frío y hambre…
REINA (cruzando las manos sobre el pecho, horrorizada): – ¡Ay, pobres!…
(Bedebeto se tira al suelo, de rodillas, mientras el rey se dirige a los mensajeros)
REY: – Dadle cien piezas de plata. Y toma el oro con el que se construyó el hermoso barco de plumas de cisne, luego desmantela el castillo de cristal. Que todas estas riquezas inútiles se cambien por comida y ropa de abrigo para los niños que pasan frío y hambre en mi reino. ¡Y todavía quiero que les den a cada uno una bolsa de juguetes!
MINISTRO 1: – ¡Pero es un desperdicio, Su Majestad!
MINISTRO 2: – ¡Se trata de llenar las arcas públicas, no de vaciarlas, Majestad!
REY: ¡Pues señores ministros! ¿Llenar como si ya se estuvieran desbordando? Se trata de distribuir, sí, ¡distribuir!
(Los ministros horrorizados murmuran entre sí en voz baja. Las damas se abanican con abanicos y susurran. Bedebeto se levanta, satisfecho y diestro, pensando que no le pasará nada, pero el rey lo señala.)
REY: - En cuanto a este mentiroso, quiero que la receta de papa con gusanos secos la preparen en la puerta de su casa, la entierren en la luna llena y la desenterren en la otra. ¡Y luego se extendió por todo el reino que Bedebeto hará crecer el cabello calvo y medio calvo, tal como crece la hierba en primavera! ¡Veremos, entonces, qué recibirá en pago!
(Bedebeto sale corriendo desesperado tras los mensajeros y la anciana. La reina mueve la cabeza sonriendo. El rey se lleva la mano a la frente, abatido.)
MENSAJERO 3 (entrando con Cedebeto; ambos se inclinan): – ¡Oh rey, os he traído aquí a este hombre llamado Cedebeto, que dice saber lo que Vuestra Majestad debe hacer por el pueblo!
REY: ¡Sí, mensajero! (al otro): – ¡Usted puede hablar, señor Cedebeto!
CEDEBETO (que no pretende ser importante, ni siquiera halaga al rey; se limita a hacer una reverencia y se quita el sombrero): – Su Majestad…
REY (curioso): – ¿Sí?
CEDEBETO: ¿Le gustaría a Su Majestad ser astrónomo?
REY (asombrado): – ¡¿Cómo?!
CEDEBETO (señalando el cielo con los dedos en varias direcciones): – Recoge estrellas del cielo.
(La reina y todos los presentes miran al rey, curiosos por ver su reacción y saber cómo será castigado Cedebeto.)
REI (primero se rasca la cabeza): – Ajá… Hmm… (luego le sonríe a Cedebeto y dice levantando el dedo hacia el cielo): – Stargazer… Me complaces. Tú tienes coraje. E hizo una sugerencia digna de un rey.
REINA (preocupada): — Pero, querida…
(El rey mira a la reina, que se queda en silencio.)
REY: Mi querido Cedebeto, debes saber recoger estrellas en el cielo tan bien como yo, ¿no?
CEDEBETO: – Desgraciadamente, Su Majestad. Pero pensé para mis adentros: “Si no lo sabes, Cedebeto, eso no significa que el rey no pueda enterarse”.
REINA: – Querida…
(El rey la mira de nuevo, y ella calla)
REY: – Tienes razón, Cedebeto… ¿Pero quién necesita estrellas? Quiero hacer algo que haga feliz a la gente, ya sabes. ¿Y para quién obtendría estrellas?
CEDEBETO (inclinándose ante la reina): — Primero, a la mujer cuya belleza brilla por encima de todas las demás. Para su esposa, la reina. Seguro que necesita urgentemente una estrella.
REINA: ¡Ay, sí! ¡No hay nada que quiera más!
REY (sonriéndole): Entonces, querida, ganarás el primero y el más brillante.
REINA (extasiada): – ¡¡Aaahhh!!…
REY: ¿Y quién más necesita estrellas, Cedebeto?
CEDEBETO: – Todas las hermosas mujeres del reino…
REY: - ¿Solo las bellas?
CEDEBETO: -¡No! También los feos, los jóvenes, los viejos, los simpáticos, los gruñones, sobre todo los gruñones. Teniendo sus estrellas, las feas se sentirán hermosas, las viejas se sentirán jóvenes, etc.
REY: ¿Y cómo sabes eso?
CEDEBETO: – Simplemente saber.
KING: ¿Y quién más necesita estrellas?
CEDEBETO: – Los niños. Los niños están locos por las estrellas, Su Majestad. Y los hombres también. Pero no tienen el coraje de confesar.
REY (exclama con entusiasmo): – ¡Con mil truenos! Entonces quién no los necesitas?
CEDEBETO: – Nadie no Los necesito, Su Majestad. Todos, todos lo necesitan.
REY (se levanta y habla ceremoniosamente): – Mis señores ministros, mi principal consejero, señoras señoras, vuestro rey ha decidido en este momento que aprenderá el oficio de astrónomo.
(Todos, adulando al rey, aplauden, gritando "¡Bravo! ¡Bravo!")
REY: ¿Por qué aplaudes? ¿Por qué gritan “¡Bravo!”? ¿Crees que no sé lo que piensan de mí? (Llama a Cedebeto y le dice en privado): – Pero les mostraremos, ¿no, amigo? Por cierto… ¿tienes alguna idea de cómo empezar?
CEDEBETO (en particular, arrodillándose ante el rey): – Será mejor que empecemos a caminar en cuanto oscurezca, cuando las estrellas ya estén en el cielo. Seguimos la punta de nuestra nariz y, Dios Padre mediante, nos ayudará.
KING (en voz alta): – Siguiendo la punta de la nariz, ¡esto es fantástico! Cedebeto, de ahora en adelante serás mi principal asesor.
(El consejero jefe no sabe a quién acudir, desesperado. Cedebeto susurra al oído del rey.)
REY: - Está bien. El asesor principal sigue siendo el mismo, y tú serás el oyente estrella real, una posición muy digna.
(El consejero se calma y va a inclinarse ante el rey. El rey le hace un gesto para que regrese a su lugar y no lo moleste)
REI: – Pero… Cedebeto, ¿por qué quieres ir conmigo? ¿Por qué no vas a disfrutar de tu recompensa en paz?
CEDEBETO: – Porque mi más bella recompensa será ver a Vuestra Majestad atrapar las primeras estrellas en el cielo. (En esto, saca de su túnica una cosa plateada, que se parece tanto a una flauta como a un pequeño telescopio.) Esto, damas y caballeros, es un astroscopio acústico. Debes saber que cada estrella tiene su propia melodía. Con este instrumento podemos elegir la estrella adecuada para cada persona que lo necesite. Además, durante el día podemos simplemente tocar la flauta, y por la noche, melodías estelares.
REINA (a las damas, toda encantada): – Se parece tanto al rey cuando era más joven… (a Cedebeto): – ¿Pero de dónde sacaste ese flau… ese teles… starscope?
CEDEBETO: – Fue la Señora de las Estrellas quien me lo dio. Pero esa es una historia para otro momento, Su Majestad.
SEÑORA 1: – Por favor… señor Cedebeto…
SEÑORA 2: - Toca para nosotros un poco en tu astroscopio acústico.
(Cedebeto comienza a tocar una melodía triste, y todos comienzan a llorar y sollozar. Luego toca una melodía alegre, y todos comienzan a reír hasta que se cansan. Él se detiene y suena una campana).
DAMA 1: - Es el toque de la tetera real.
SEÑORA 2 (codiciosa): – Hmm… Es día de té de menta con albóndigas de verdad…
(Todos se van al salón de té real.)
SEGUNDO ACTO
Escena 1
Cedebeto y el rey en el bosque, abrigados con abrigo, botas y gorro de lana. El rey se apoya en un bastón, Cedebeto toca levemente su astroscopio acústico. Los dos miran al cielo. Más tarde aparece Tutu.
REI (preocupado, haciendo que Cedebeto deje de tocar): – ¡Cedebeto! Creo que vamos a hacer algo prohibido...
CEDEBETO: ¡¿Qué está prohibido, Su Majestad?!
REY: - Atrapa estrellas. Poco a poco iremos vaciando el cielo.
CEDEBETO: – No es así con las estrellas. Si en primavera Vuestra Majestad recoge flores en el campo, en Siguiente primavera vuelven a florecer, ¿no?
REY: Pero las estrellas no son flores, Cedebeto.
CEDEBETO: – Exactamente. Las estrellas están en el cielo. Y un año entero en la tierra es un abrir y cerrar de ojos en el cielo, de modo que las estrellas arrancadas del cielo vuelven a brillar en el mismo instante.
REI (mira al cielo, cuenta con los dedos y habla solo): – Sí… Eso tiene sentido. No es de extrañar que sea el verdadero oyente estrella. (dirigiéndose a Cedebeto): – Pero, ¿cómo vamos a subir, eh? Ni siquiera los pájaros pueden… Ni siquiera los picos de las montañas más altas perforan el cielo.
CEDEBETO (empieza a caminar y tira del rey): – Veremos, veremos. Por ahora, sigamos la punta de la nariz.
REY (de mal humor): - En esta oscuridad, golpeemos la rama de un árbol con la nariz. ¡Oye! ¿Qué es eso que brilla allí?
CEDEBETO (animado): – ¡Un lago, majestad! ¡Con un pequeño bote atado a un tocón de madera! Podemos remar a través del lago. ¡Lo haremos!
REY (todavía de mal humor): – Sí, sólo si el bote tiene remos… (acercan el bote) Sí, son dos y algo más enrollado en el fondo. ¡Rayos y truenos! es un niño!
CEDEBETO: – Está durmiendo…
(El niño se despierta y se sienta. Lleva sandalias con cordones, una camisa delgada y pantalones remendados, pero no parece tener frío.)
REY: – ¿Quién eres? ¿Y por qué estás solo en el bosque vestido así con este frío? ¡¿No les ordené a los ministros y al consejero que no quiero que un niño pase frío en mi reino?!
NIÑO: Soy Tutu, y nunca tengo frío, mi señor.
CEDEBETO (se agacha, lo toma por los hombros, riendo): – ¿Tutu? ¿No me reconoces, Tutu? ¡Rayos parpadeantes y gelatina danzante!
TUTU: – Rayos malvados… Gelatina danzante… ¿Quién dijo eso?
CEDEBETO (saltando y girando): – ¡Diente de dragón y saliva de jabalí!
TUTU (tratando de recordar): - Diente de dragón...
CEDEBETO (estirando ruidosamente los brazos): – ¡Muerte de rata y sopa de rana!
REY (enfadado): — ¡Pero, señor real estrella oyente, no hables así!
TUTU: – ¿Oyente estrella? ¡Oh, lo sé! (Empieza a saltar y cantar, o hablar)
“¡C-de-be-to, C-de-be-to!
Las estrellas están cerca.
¡Demos la vuelta a la luna!
¡El camino siempre es recto!”
CEDEBETO (canta o habla también, mientras el rey escucha, asombrado):
“Tututú, mi Tututú,
la puerta está cerrada.
La luz de la luna esconde la llave,
¡Y Moonlight está tan enojado!
TUTU (canta o habla):
Cedebeto, Cedebeto,
las estrellas están cerca.
A la luz de la luna hay un camino.
¡Ven y sé inteligente!
KING (molesto por haber sido excluido): ¿Puedo saber qué significa eso? ¡Después de todo, yo soy el rey!
TUTU: – ¿El rey? Oh, lo siento, señor rey. Es que Cedebeto y yo hace mucho que no nos vemos y somos tan amigos...
REY (más tranquilo): – Está bien. Está bien. ¿Pero de dónde vienes, muchacho?
TUTU: – Del país de las estrellas. Aquí en la Tierra la gente la llama la tierra de los sueños o de los cuentos de hadas. La entrada está justo detrás de la luna. Pero Mister Moonlight es muy estricto y rara vez nos abre la puerta para salir.
CEDEBETO: - Severo no es suficiente. Es muy valiente y siempre está enojado.
KING (algo avergonzado): Bueno, a veces hay que ser severo.
TUTU: Pero cuando me deja salir, es divertido. De allí a aquí es sólo un tobogán.
REY: – ¿Resbaladizo?
TUTU: - Sí. Mister Moonlight envía un rayo plateado extra fuerte hacia abajo, y vengo: zuuum... Subir es más difícil. Pero si tomo el bote, es más fácil.
REY (asombrado): – ¿El barco?
TUTU: – Solo ve remando en el rayo de luna, siempre y cuando el Sr. Moonlight haga que la luz plateada fluya hacia arriba.
KING: – Estás atando mis ideas. Nunca supe de tal cosa.
CEDEBETO: Bueno, ya sabe, Su Majestad. Pero vamos, a medianoche la luz de la luna abre la puerta.
TUTU: Y mamá está preocupada si no vuelvo. Entra en el barco.
(Entran Cedebeto y el rey. Tutu y Cedebeto siguen maldiciendo)
CEDEBETO: – ¡Diente de dragón y saliva de jabalí!
TUTU: – ¡Fregadero de cerdos y papas podridas!
REY (enojado): – ¡Basta ya, truenos y relámpagos! ¡Estas expresiones no son dignas de un verdadero oyente estrella o de un chico del país de las estrellas!
CEDEBETO y TUTU (se dicen llevándose el dedo índice a la boca): – Chiiiu… (remando y hablando a ritmo)
“Patear, remar, a la luz de la luna,
que sube, que sube, y nos llevará.”
REY: - ¡Espera! Primero quiero saber cómo se conocieron ustedes dos.
CEDEBETO: – Ah… Pero es una historia larga… y no muy bonita… O sea… Ya sabes cómo es… Cuando eres muy joven…
REI: – Deja de hablar, Cedebeto, y cuéntanos cómo te fue. (El bote está siendo remado hacia una esquina del escenario.)
CEDEBETO: – Yo era un vagabundo que andaba, trabajando un poco por unas monedas y haciendo bromas de vez en cuando. Podía cantar y tocar la flauta, pero me sentía muy infeliz.
KING (melancolía creciente): — Ya sé lo que es. Yo también, a pesar de ser rey, encontré la vida muy aburrida.
CEDEBETO: – Bueno… Todos me decían tonto. Un día me hospedé en la casa de un comerciante muy rico llamado Koshka, para quien trabajé, además de salir con su hija… Tenía la vida de un príncipe. Pero no me di cuenta de que Koshka tenía malas intenciones, y terminé siendo muy malo, muy malo, a petición suya. Y después de eso, descubrí que ya no sabía tocar mi flauta… La música se me escapó. De mí, que hacía reír o llorar, dormir o bailar, con mi flauta… Me sentí tan importante y de repente vi que no valía nada…
KING: Sentirse importante... Sí... a veces no funciona.
CEDEBETO: – Pero lo que pasó fue esto:…
(Empiezan a hablar en voz baja y se congelan. El centro del escenario se oscurece y desaparece en el bosque).
escena 2
La casa de la derecha es la del comerciante Koshka y su hija Joana; a la izquierda está el del comerciante Ioshka, hermano de Koshka. Más tarde, aparecen Ioshka, su esposa, hija y clientes. Cedebeto 2º está en la puerta de la casa de Koshka, muy bien vestido, tocando una hermosa melodía en la flauta para Joana.
KOSHKA (panzón, engreído, insensible y mandón): – Deja ese ruido, Cedebeto, necesito hablar contigo.
CEDEBETO 2º (corriendo hacia Koshka, mientras Joana entra corriendo a la casa): – No, señor Koshka, a sus órdenes. ¿De qué se trata?
KOSHKA: – Escuché que estás enamorado de mi hija. ¿Es verdad?
CEDEBETO 2º: – Sí, sí. Y quería pedirle permiso para casarme con ella. Joana y yo nos queremos mucho.
KOSHKA: – Lo sé… lo sé… Pero para tener suficiente para mí y para ustedes dos, necesito ser el comerciante más rico de este lugar. Y no lo soy. ¡Ahí yace el problema!
2º CEDEBETO: - ¡Pero tú eres muy rico!
KOSHKA: – Yo soy, nada. En esa casa de allá (señala), como saben, vive mi hermano Ioshka, que vende alfombras y telas como yo. Solíamos trabajar juntos, pero ya no quería tener ninguna sociedad con él. Es demasiado honesto. No funciona. Aun así, se está haciendo rico y me está engañando.
CEDEBETO 2º: - Estás equivocado. Vive tan modestamente...
KOSHKA: Ah, no sabes cómo disfrutar la vida, eso es todo. Pero lo que yo quería era acabar con su negocio y ser rico por mi cuenta. Al final, yo Yo llegué aquí primero. Mi riqueza sería el doble si no fuera por él. Doble, piénsalo. Quiero que me ayudes a destruirlo. ¡Para que sus clientes se conviertan en los míos! Y bendigo tu matrimonio con mi hija y todavía los apoyo a ambos.
CEDEBETO 2º (ofendido): -¿Sostener? Pero yo trabajo para usted señor!
KOSHKA (desdeñosamente): – ¿Eh?… ¡Por qué! Un trabajo tonto. Pero, mira, si me ayudas, la cosa cambia. ¿Qué piensa mi futuro yerno de conseguir un carruaje y una bonita casa?
CEDEBETO 2° (asombrado): – ¿Futuro yerno?… ¿Carruaje?… ¿Casa?…
KOSHKA (impaciente): – ¡Sí, sí, sí! Hermano mío, que se vaya y haga sus negocios donde quiera. Mientras esté lejos de aquí, para que no se interponga en mi vida.
CEDEBETO 2º (todavía con dudas): – Necesito pensar…
KOSHKA: Bueno, tonto, ¿en qué pensar? Solo andas cantando. Siempre atraes a la gente cuando tocas o cantas. Bueno, cantar mal de Ioshka, burlarse de él y todo. Dudo que no cierre la tienda después de eso. ¡Y vete pronto! Es un servicio tratado. ¡Obedecer!
CEDEBETO 2º (cabeza gacha): – Muy bien, señor. (para sí): – Para Joana yo hago algo así, pero no me siento nada bien con esta tarea, nada, nada de nada…
(Koshka entra a la casa. Aparecen los clientes de Ioshka y comienzan a examinar sus productos, que están en exhibición fuera de la casa. Cedebeto 2nd comienza a cantar y tocar para los clientes de Ioshka.)
CEDEBETO 2º (canta):
“Este Ioshka es un gran tramposo,
engaña a todos solo por el dinero. (repite la melodía en la flauta)
Tus alfombras están podridas y raídas,
y sus telas ya están rotas en el borde. (repite la melodía en la flauta)
No tiene absolutamente ninguna honestidad.
Debería salir de la ciudad. (repite la melodía en la flauta)
Quien no quiere ser engañado por el
debe hacer sus compras al otro lado (señala la casa de Koshka y toca la flauta)
(Los clientes se van riendo. Ioshka sale de la casa con su mujer y su hija. Los tres se abrazan cabizbajos y vuelven a entrar. Cedebeto 2º sale de puntillas, avergonzado, y vuelve a la puerta de Koshka. Reaparece disimulando su alegría al ver a su hija, que corre enojada a hablar con Cedebeto 2da.)
JOANA: – Eso fue una infamia, Cedebeto. Arruinaste la vida de mi tío.
CEDEBETO 2°: – Pero fue una orden que recibí de tu padre.
JOANA: – No me lo creo. Fue malo de tu parte, y no quiero saber más de ti. (Le da la espalda y entra a la casa)
KOSHKA (riendo): – Eres muy tonto, Cedebeto. ¿Entonces pensaste que iba a dar a mi hija en matrimonio a un hombre sin valor, un flautista callejero, un cantante vagabundo? Ya no te necesito. ¡Y sal de la ciudad ahora, estás despedido!
(Sale Cedebeto 2º tocando su flauta, y la música suena toda desafinada. Reaparece la gente y abuchean al flautista, que sale corriendo.)
escena 3
Oscurece la escena. La luz está solo sobre ellos tres: Cedebeto y el rey conversan. Tutu mira preocupado a la luna.
KING: – Joan hizo bien en dejarlo. Lo que hiciste fue una infamia.
CEDEBETO (siempre remando, junto a Tutu): – Pero fue una sola vez, Majestad. (con el dedo hacia arriba) Solo uno.
REY (popa): – Una vez es suficiente. Incluso te hizo perder tu don para la música. Porque quien abusa de un don dado por Dios, pierde ese don.
CEDEBETO: Sí, sí. El señor rey es severo, pero es sabio.
KING (sintiéndose importante): Bueno, tuviste tu castigo, y este tal Koshka todavía tendrá el suyo. Pero, ¿qué tiene eso que ver con Tutu?
CEDEBETO: – Voy a llegar. Pobre y hambriento me fui a vivir a una cueva en el bosque de la Oscuridad, donde solo viven fieras.
REY (sobresaltado): – Pero entonces en el bosque ¿Oscuridad? Es muy peligroso. Dicen que quien se pierde allí nunca encuentra la salida.
CEDEBETO: Pues así es. ¡Y también dicen que allí viven bandoleros y, de vez en cuando, pasan brujas!
REY (escandalizado): – ¡Ooooohhhh! Bandidos en los bosques de mi reino! Y mis ministros, ¿qué hacéis que no sabéis nada? ¡O si no me ocultan lo que sucede!
CEDEBETO: – Pero… Su Majestad, ya no quiso dirigir. Quería ser un observador de estrellas...
KING: Eso es cierto allí. Pero aun así…
TUTU (emocionado): – ¡¡¿El rey quiere ser un observador de estrellas?!!
CEDEBETO: – Espera un momento, Tutu. Déjame terminar de contar la historia. Porque un día, Majestad, apareció un cuervo cerca de la cueva, llamándome con su extraño graznido, y fui tras él. ¿Y sabes adónde me llevó?
REY: — Me lo estoy imaginando: a la guarida de los bandidos.
CEDEBETO: – Ahí mismo. Aterrizó en el techo de su cabaña y desapareció. ¡Desapareció! No voló, no. ¡Era un cuervo de bruja!
REY: - ¡Relámpagos y truenos!
CEDEBETO: – Afuera se escuchaban las risas y gritos de los bandidos, y también el llanto de un niño.
TUTU (deteniendo su mirada en la luna): – ¡Fui yo!
REY (enojado): – ¡Tutú! ¡No vale la pena decirlo de antemano! Así que pierde su diversión. Quédese quieto.
CEDEBETO: – Entonces me escondí detrás de un árbol y esperé. ¡Estiércol de caballo y pies de pie, como esperaba!
TUTU: – Hola hola hola, estiércol de caballo y pie…
REY (enojado): – ¡Basta!
CEDEBETO: – Me quedé allí toda la noche pensando en lo que podía hacer. Ay,…
(Las voces se vuelven un murmullo, los tres se congelan y el centro de la escena se ilumina.)
escena 4
Nasce o dia. Cedebeto 2º está espreitando atrás da árvore. Na casa dos bandidos há um vozerio alto e um chorinho de criança. Finalmente o bando sai, cada um com um varapau na mão e uma espada de madeira presa no cinto. O chefe vai na frente, com uma pena no chapéu. Eles cruzam a cena e saem do outro lado, falando ou cantando. Ouve-se a criança choramingando ainda dentro da casa. Mais tarde ela aparece.
CHEFE:
“Com mil raios e trovões,
vamos indo, meus ladrões!”
BANDIDOS:
“Nosso chefe é bom demais!
Vamos todos logo atrás!
Com uma cara de homem mau,
uma espada e um varapau,
quem pegarmos que se agüente!
Nosso bando é o mais valente!
Eia, hô, hô, hô, caramba!
Eia, hô, hô, hô, caramba!”
CHEFE:
“Com mil raios e trovões,
vamos indo, meus ladrões!”
(Saem todos. Cedebeto 2º vai pé ante pé até a casa, tira de lá o menino, que está amordaçado e com as mãos amarradas.)
CEDEBETO 2º (tirando-lhe a mordaça e soltando-lhe as mãos): – Pobrezinho… Você foi apanhado pelos bandidos? E quem é você, afinal?
TUTU 2º: – Eu… eu sou Tutu, o menino das estrelas.
CEDEBETO 2º (apontando para o céu, espantado): – Das estrelas lá do céu?
TUTU 2º: – De lá mesmo. Eu… eu tinha fugido de casa, porque minha mãe e o seu Luar diziam que eu era muito pequeno para passear na Terra. Eu então enganei o seu Luar, destranquei a portinha do céu, liguei o raio da lua cheia e… zuuum… escorreguei até aqui, justamente na floresta dos bandidos.
CEDEBETO 2º (consigo mesmo): – Raio de lua cheia… Será que eu acredito nessa história? (para Tutu 2º): – Mas, que azar terrível, meu filho!
TUTU 2º: – E eles estavam voltando de uma pilhagem, e me prenderam, dizendo que só me soltariam em troca de um saco de ouro! Ainda bem que você chegou! Ufa! Estou aqui preso há trinta dias!
CEDEBETO 2º: – Trinta dias? Dente de dragão e cuspe de javali!
TUTU 2º: – Que é que você disse?
CEDEBETO 2º: – É uma brincadeira de xingamentos. (pulando na frente de Tutu 2º): – Raios bruxulentos e gelatina dançante!
TUTU 2º (pulando na frente de Cedebeto 2º): – Sujeira de rato e sopa de sapo!
CEDEBETO 2º (pulando também): – Pia de porcos e batata podre!
(O dia vai escurecendo. Cedebeto 2º espia em volta, assustado.)
CEDEBETO 2º: – Êpa… Ouvi um barulho. Será que já são eles de novo? Ui! Alguma coisa me bicou a manga e está me puxando para cima (faz um gesto de estar sendo puxado).
TUTU 2º: – Deve ser o corvo mágico, que fica invisível quando quer. Acho que foi ele que trouxe você até aqui, não foi?
CEDEBETO 2º (já na ponta dos pés): – Foi, foi. Tutu! Ele está me puxando mais!
TUTU 2º: – Já sei! Ele está nos lembrando que é lua cheia de novo, e o seu Luar pode nos levar no raio prateado que flui para cima. Olhe! A luz do luar está batendo lá atrás da cabana! Vamos depressa! Corra! (Os dois saem, passando por trás da cabana.)
escena 5
A porta do céu e mais outra. O Luar, com um manto prateado, toma conta. Luz azul por tudo. Tutu 2º, Cedebeto 2º e, depois, a Senhora das Estrelas.
LUAR (olhando zangado para os dois recém-chegados): – Então, você está aí, seu desobediente! Só quero ver qual vai ser seu castigo.
TUTU 2º: – V-vai ser dizer toda a verdade. Eu não tenho outro jeito, seu Luar…
LUAR: – Pois então, corra para sua mãe, que está cansada de esperar. Vá!
(Tutu 2º entra depressa pela porta do céu. O Luar tranca-a, guarda a chave no manto, põe as mãos na cintura e olha de cima abaixo para Cedebeto 2º.)
LUAR: – Quanto a este senhor…
CEDEBETO 2º (inclinando-se): – Cedebeto, seu Luar, para o servir! Mas dá para abrir de novo a porta para eu entrar também?
LUAR: – Na-da dis-so! O senhor cuidou de Tutu, o que é importante. Mas aqui, por lei, só podem entrar pessoas que estão sonhando, ou que tenham alguma missão importante a cumprir. E isso pede um loooongo tempo de preparo. E o senhor, seu Cederreto…
CEDEBETO 2º (corrigindo): – Ce-de-be-to!
LUAR: – Desculpe. O senhor não está sonhando nem se preparou para nada, que me conste. Aliás, vejo em sua testa umas manchas escuras. Acho que já estão-se apagando, mas ainda são visíveis, sim. Andou fazendo alguma coisa errada, não é mesmo?
CEDEBETO 2º: – Mas, eu sou amigo de Tutu!
LUAR: – Não acho que Tutu vá precisar de sua companhia, seu Cederreto.
CEDEBETO 2º: – Muito gentil de sua parte, seu Muar.
LUAR (inchando o peito): – Meu nome é Lu-ar!
CEDEBETO 2º: – Desculpe, seu Suar!
LUAR (zangado): – Seu impertinente! Diga para onde quer escorregar, para eu direcionar o raio lunar!
(Nesse momento, abre-se a porta do céu, e aparece uma mulher vestida com um manto azul-noite, com pontinhos dourados cintilantes.)
LUAR (faz uma reverência): – Oh, senhora, quanta honra!
(A Senhora das Estrelas dá uns passos na direção de Cedebeto 2º, que também faz uma reverência.)
SENHORA DAS ESTRELAS: – Eu sou a Senhora das Estrelas, mãe de Tutu. Meu filho me contou tudo. Você foi muito corajoso, querido amigo, e Tutu gosta demais de você.
CEDEBETO 2º: – Ouviu isso, seu Luar? (O Luar ergue o queixo e fecha a cara.)
SENHORA DAS ESTRELAS: – Infelizmente, caro Cedebeto, você andou fazendo coisas erradas, e aqui você não pode entrar. Mas tudo tem remédio, e eu lhe dou este presente, em agradecimento, por ter salvo meu Tutu. (ela tira do manto o estrelescópio e lhe entrega.)
CEDEBETO 2º: – Parece uma flauta, senhora, e ao mesmo tempo não parece.
SENHORA DAS ESTRELAS: – É um estrelescópio acústico, para tocar e ouvir a melodia das estrelas. Você se tornará um ouvidor de estrelas. A música vai voltar para você, mas com uma condição. Você terá de trabalhar para o comerciante Ioshka, só em troca de cama e comida. Sem salário! Para desmanchar o mal que foi feito a ele e à sua família.
CEDEBETO 2º: – Ah, depois de tudo que eu fiz, acho que ele vai me enxotar.
SENHORA DAS ESTRELAS: – Não vai, não. Você o servirá pelo tempo necessário. Depois vai correr todo o reino para conhecer as necessidades e as esperanças das pessoas. E então se tornará o ouvidor de estrelas do rei. (ela ergue a mão direita abençoando-o e diz ainda):
“Tanto os adultos como as crianças,
todos têm suas esperanças.
Todos anseiam por algum bem,
que não sabem de onde vem.
É como uma estrela atrás de um véu,
Que manda seu raio lá do céu.
São luzes todas diferentes,
para que atinjam toda a gente.”
CEDEBETO 2º: – Oh, a senhora tem razão! Tem, sim. Mas… e Tutu?
SENHORA DAS ESTRELAS: – Tenha paciência. Depois nos encontraremos de novo. Adeus! (ao Luar): – Senhor Luar, faça-o descer! (O Luar ergue as mãos.)
CEDEBETO 2º: – Adeus, senhora! Adeus, Tutu! Adeus, seu Luar! Estou escorregaaaando!!!
escena 6
Defronte da casa de Ioshka. Cedebeto 2º, Ioshka e família. Depois o povo.
(Cedebeto 2º vai passando, e dá um pulo ao ouvir o latido de um cachorro feroz. Ele pega o estrelescópio, tremendo, e começa a tentar tocar. Fica muito espantado quando consegue, e continua a tocar, acalmando o cachorro, cujo latido não se ouve mais. Abre-se a porta da casa de Ioshka.)
IOSHKA (que tinha ouvido o cachorro latir): – Quem está aí?
CEDEBETO 2º: – Sou eu!
IOSHKA: – Eu, quem? E Rufus, onde está que parou de latir? Rufus! (ouve-se um latidinho manso) Então Rufus não avançou para você? Que estranho. Quem é você, afinal?
CEDEBETO 2º (meio atrapalhado e com medo): – Eu sou Cedebeto, o flautista. E acalmei Rufus com minha música. O senhor não é o comerciante Ioshka?
IOSHKA: – Sim, sou eu. Você então é Cedebeto, o flautista. Só podia ser, mesmo, senão teria sido estraçalhado por Rufus.
CEDEBETO 2º (de cabeça baixa, gaguejando): – S-sinto muit-to por tudo que eu fiz, e gostaria de saber se posso ajudá-lo agora, como seu criado. Não quero pagamento, não, não se preocupe.
IOSHKA: – Que estranho… Antes de ouvir o latido de Rufus, eu estava dormindo, e sonhei com uma mulher que tinha um manto azul cor da noite, e que me dizia: “Cedebeto, o Ouvidor de Estrelas vai voltar para servi-lo. Perdoe o mal que ele lhe fez e receba-o”. Pois então façamos um acordo, Cedebeto.
CEDEBETO 2º: – Tudo que o senhor quiser, seu Ioshka.
IOSHKA: – Fiquei muito pobre, você pode imaginar, e nossa tristeza é muito grande. Minha filhinha, então, está com uma doença esquisita. Não ri mais, não brinca. Pobre Miriam… Fica só sentada num canto e quase não come…
CEDEBETO 2º: – Então vamos começar por ela. A doença da tristeza dá nas crianças cercadas de pessoas tristes.
(Os dois entram pela porta. Ouve-se a flauta alegre de Cedebeto 2º, e logo depois ele sai tocando e pulando, seguido por uma menina risonha, que dança ao seu redor. A mãe vem atrás rindo junto com Ioshka. De mãos dadas com a menina, Cedebeto 2º começa agora a cantar para atrair fregueses para Ioshka. A menina canta também. Os fregueses começam a chegar. Ioshka e a mulher mostram as mercadorias e fazem negócio, durante a cantoria dos dois.)
CEDEBETO 2º e MIRIAM:
“Viva Ioshka pela sua honestidade!
Ele só vende coisas boas de verdade! (repete a melodia na flauta)
Seus tapetes e tecidos são riquezas!
Nunca se viu tal perfeição e tal beleza! (repete a melodia na flauta)
Sua mercadoria é toda sem defeito!
E quem comprar vai ficar muito satisfeito!” (repete a melodia na flauta)
Ó gente boa, gente boa da cidade,
não vá perder esta oportunidade!” (repete a melodia na flauta)
MIRIAM (corre para a mãe): – Mãe, estou com fome!
(As duas entram em casa. Ioshka e Cedebeto 2º continuam atendendo clientes, que depois saem, e os dois entram pela porta.)
Cena 7
Cedebeto 2º está defronte da casa de Ioshka, com uma capa e com um chapéu grande na cabeça. Sai da casa de Koshka um criado e vem até ele. Mais tarde aparecem Koshka com a filha e Ioshka com a família.
CRIADO DE KOSHKA (curvando-se e tirando o chapéu): – Meu senhor, o comerciante Koshka ouviu dizer que existe aqui um homem que sabe a arte de curar tristeza. Por acaso é o senhor?
CEDEBETO 2º (disfarçando-se com o chapéu): – Sim, sou eu. Mas… foi Koshka que o mandou aqui?
CRIADO: – Sim. Ele pede ajuda para sua filha Joana, que também vive na tristeza, e manda, como pagamento adiantado, este saco de moedas de ouro.
CEDEBETO 2º: – Pois comunique ao senhor Koshka, que não aceito seu ouro. O único pagamento que aceito é que ele faça as pazes com seu irmão Ioshka. Os dois irmãos devem prometer ajudar-se mutuamente e ser amigos.
(O criado volta para a casa de Koshka e entra nela. Cedebeto 2º toca uma linda melodia. No fim, o criado de Koshka torna a sair e vai de novo à casa de Ioshka.)
CRIADO: – O senhor Koshka o chama à sua casa e lhe manda, como pagamento adiantado, estes dois sacos de moedas de ouro.
CEDEBETO 2º: – Diga de novo ao senhor Koshka que não aceito dinheiro. Ele que venha aqui fazer as pazes com seu irmão e traga sua filha Joana.
(O criado volta à casa de Koshka e torna a entrar.)
CEDEBETO 2º (pegando o estrelescópio): – Esta música é para chegar ao coração de Koshka e de Joana.
(Ao terminar a música, vêm vindo Koshka e Joana. Esta sorri, feliz. Ioshka sai de casa com a mulher e a filha, e as pazes são feitas.)
KOSHKA (a Ioshka): – Meu irmão… Eu nem mereço que você me perdoe.
IOSHKA: – Vamos esquecer tudo, Koshka. O importante é sermos amigos.
JOANA (a Cedebeto 2º): – Tire esse chapéu, Cedebeto. Eu sei que é você que está aí. Eu nunca pude esquecê-lo e já o perdoei há muito tempo.
CEDEBETO 2º (tirando o chapéu): – Joana, minha Joana!
JOANA e MIRIAM (cantam, enquanto Cedebeto 2º toca):
“Toda a família reunida é o que há de melhor na vida!
Viva o flautista que sabe tocar e toda tristeza desmanchar!”
(A cena escurece. Luz apenas nos três que estão no bote.)
TERCEIRO ATO
Escena 1
Cedebeto, Tutu e o rei, no bote. A faixa do luar.
TUTU (remando sempre): – Olhe, só. O rei pegou no sono.
CEDEBETO (remando sempre): – Será que não ouviu a história até o fim? Afinal, tive tanto trabalho de contar.
TUTU: – Acho que ouviu, sim. Adormeceu sorrindo.
CEDEBETO: – Ainda bem. Porque não foi fácil contar tudo! Ufa! Esterco de cavalo e pé de chulé! (dando um empurrão em Tutu, que dá risada.)
TUTU (empurra Cedebeto): – Raios bruxulentos e gelatina dançante!
CEDEBETO (empurra Tutu): – Dente de dragão e cuspe de javali!
(O rei, dormindo, balbucia uma reclamação e faz um gesto para se calarem.)
CEDEBETO e TUTU (com o dedo na frente da boca): – Chiiiuu. Silêncio…
(A frente da cena escurece. Clareia o centro.)
escena 2
Sala do palácio real. A rainha sentada no trono. Os dois guardas do trono. O conselheiro chefe e o médico chefe real.
CONSELHEIRO (andando agitado pela sala): – Isso não pode continuar assim, Majestade. O Rei está se tornando motivo de caçoada em toda a corte. Logo seus súditos também começarão a falar mal dele a torto e a direito e, com toda a certeza, vão falar mal da senhora Rainha também, pois ele é seu esposo!
RAINHA: – Mas, senhor conselheiro, ele está ausente só há pouco tempo..
CONSELHEIRO (agitando os braços): – E fazendo o quê? Catando estrelas com esse tal de Cedebeto? Vossa Majestade acredita nisso?
RAINHA: – Mas, que devemos fazer, senhor conselheiro?
CONSELHEIRO (cheio de importância): – Bem… quando os dois voltarem, o melhor seria jogar na prisão esse Cedebeto impostor e mentiroso. Quanto ao rei, Vossa Majestade tem de admitir que ele não poderá mais exercer seu cargo real. Aqui o médico chefe real defende a idéia de que o rei está seriamente doente (aponta para o médico e lhe faz sinais).
RAINHA (horrorizada): – Doente?! Doente de quê?
MÉDICO CHEFE (com um certo cuidado e todo maneiroso): – Bem… eeehhh… Na linguagem do povo, ele está… desregulado da cabeça.
RAINHA (zangada): – Como o senhor se atreve a dizer uma coisa dessas?
MÉDICO CHEFE (fazendo uma profunda reverência): – Perdão, Majestade. Na linguagem ci-en-tí-fi-ca, ele sofre da chamada desordenação progressiva.
RAINHA (desanimada): – Que significa isso?
CONSELHEIRO: – Significa que, daqui a pouco, ele vai dizer que está chorando quando estiver rindo, dirá “Bom dia” de noite e achará que os pássaros voando no céu são capivaras.
RAINHA (assustadíssima): – Oooohhh!
CONSELHEIRO (esfregando as mãos de contente): – O médico chefe aconselha que se mande o rei para a Ilha da Felicidade Suprema por dez anos mais ou menos.
RAINHA (horrorizada): – Por dez anos?!!!
MÉDICO CHEFE: – Não se preocupe. Lá só são aceitos pacientes com sangue nobre, e são tratados como deuses.
CONSELHEIRO (cada vez mais animado): – Só há duas proibições. Não podem perguntar nem fazer nada, para que haja uma boa recuperação.
RAINHA (devagar, pensando): – Dez anos…
MÉDICO CHEFE: – Afinal, a saúde de nosso querido rei está acima de tudo!
CONSELHEIRO (maneiroso): – Durante esse tempo, se for de seu agrado, eu poderia administrar os negócios do reino.
RAINHA (empertigando-se no trono): – Isso veremos, senhor conselheiro. Ainda preciso analisar o caso. Afinal, não existe lei que me obrigue a continuar como esposa de um rei que sofre de desordenação progressiva, ou existe?
CONSELHEIRO: – Não existe tal lei. Afinal somos nós que fazemos as leis. Eu poderia, por exemplo, decretar uma lei dizendo que o matrimônio real perde sua validade se um dos cônjuges sofre de desordenação progressiva.
RAINHA (empertigada ainda): – Agradeço os conselhos de ambos. Agora, queiram retirar-se.
(Os dois saem. O conselheiro esfrega as mãos de contente.)
RAINHA (consigo mesma): – Ouvi dizer que o rei do Norte ainda não conseguiu uma esposa adequada. Dizem que ele não é muito gentil, mas é um rei de verdade. Não passa seu tempo querendo inventar aeronaves e catar estrelas no céu. Se eu me casasse com ele, seríamos o casal real mais poderoso na terra, pois seu reino, junto com o meu, ficaria enorme! E nosso catador de estrelas veria que não se pode fazer uma rainha virar motivo de caçoada!
(A cena escurece, e volta a clarear o bote com os três.)
escena 3
Tutu, Cedebeto e o rei no bote.
CEDEBETO (remando junto com Tutu): – Já faz tanto tempo que estou longe de Joana, procurando entender os anseios das pessoas, como sua mãe ordenou. Prometi voltar em três anos, para nosso casamento.
TUTU: – Sossegue. Estamos chegando. Já posso ver lá longe a cara de seu Luar.
REI (acordando sobressaltado): – Oh, oh, raios e trovões! Não é possível!
CEDEBETO: – Cuidado, Majestade! O bote está balançando! Assim vamos virar!
REI: – Oh, oh!…Tive um pesadelo horrível. O conselheiro chefe acha que eu devo ser deposto, e a Rainha está pensando em se casar com o rei do reino do Norte, aquele brutamontes! Dizem que eu estou maluco, mas no fundo o conselheiro quer é reinar no meu lugar. Ainda bem que foi sonho!
TUTU: – Hum… Os sonhos às vezes são verdadeiros, principalmente se estamos perto do reino dos sonhos. E vamos chegar já, já…
REI: – Ai… Raios e trovões! Caramba! E agora?
CEDEBETO: – Daremos um jeito, Majestade! Tenha calma!
TUTU: – Olhem ali a estação da Lua. Chegamos. Não levou tempo nenhum.
REI: – Pelos meus cálculos, acho que levou meia eternidade. (pensa): – Será que é a mesma coisa?… Sabe-se lá…
(Os três descem do bote. Clareia o centro da cena.)
QUARTO ATO
Escena 1
Na Lua. A porta do céu e a da esquerda. O Luar, Tutu, Cedebeto e o rei. Depois, o Mestre Confusão e a Senhora das Estrelas. A cena pode passar-se na frente, sendo o palco então dividido, no sentido da largura, por uma cortina leve, que permita vislumbrar, atrás, o salão das doze janelas. Pensar no que será melhor.
LUAR (mal humorado): – Que é isso? Quem você vem trazendo aí, Tutu? (vendo Cedebeto) Vejam só! Aquele sujeitinho de novo!
CEDEBETO (sorrindo): – Meu nome é Cederreto, como reto de torto, seu Muar.
LUAR: – Meu nome é Luar. Tome cuidado, jovem! E esse outro aí? Quem é?
TUTU: – Este é o rei do país que fui visitar.
LUAR: – Ah, sim, o rei do país das Fábulas Estelares. Eu o saúdo, senhor.
REI: – Eu também o saúdo, senhor Luar, só que o nome do meu país é outro.
LUAR: – Nós aqui chamamos o país conforme o que terão de especial no futuro. Mas isso é da incumbência da digna senhora. Vou chamá-la! (Ele sai.)
CEDEBETO: – Como é rabugento esse seu Luar.
TUTU: – Ah, não ligue. Ele está assim porque contei que você me ensinou a brincadeira dos xingamentos, e ele não gostou nada.
(Nisto, abre-se a porta da esquerda e aparece um homem todo descabelado, com uma roupa vermelha e preta, e faz uma reverência galante.)
CEDEBETO: – Quem é esse?
TUTU: – Tome cuidado. Esse é o Mestre Confusão. É só o porteiro. Tenta atrair as pessoas com mentiras. Quem cair na sua conversa fica nas mãos do verdadeiro regente do reino da Confusão, que é um perigo. Com ele, as pessoas até esquecem quem são.
CEDEBETO: – Ele que tente me atrair. Comigo não consegue nada.
MESTRE CONFUSÃO: – Entrem para o reino mágico! O reino onde os sonhos se realizam, o reino das possibilidades infinitas! Entrem, entrem!
LUAR (voltando e se dirigindo ao Mestre Confusão): – Desapareça, seu inútil! É melhor sumir rápido, porque a digna senhora já vem vindo!
MESTRE CONFUSÃO: – Você não manda em mim, seu vigia noturno. E pensa que eu tenho medo da digna senhora, é? (Fala assim, mas entra depressa pela porta, que ele bate com o estrondo de um trovão.)
LUAR (chamando todo solene pela outra porta): – Senhora das Estre…
TUTU (interrompendo e gritando simplesmente): – Mamãe! Oi, Mamãe!
LUAR (volta a seu lugar, ofendido): – Menino irreverente!
RAINHA DAS ESTRELAS: – Muito obrigada por me ter chamado, seu Luar. (O Luar sorri. Ela abraça Tutu e depois se dirige primeiro ao rei): – É uma grande alegria cumprimentar o rei do país das Fábulas Estelares. Eu sei a razão de sua vinda. O senhor quer aprender a catar estrelas, não é?
REI (um pouco sem graça): – Bem, sim… Mas na verdade foi Cedebeto ouvidor de estrelas que me deu essa idéia.
LUAR (fazendo pouco caso): – Ahá! Só podia ser…
SENHORA DAS ESTRELAS: – Essa era mesmo uma de suas tarefas. (a Cedebeto): – Seja benvindo o melhor amigo e o salvador do meu filho. Acho que seu Luar também está feliz em revê-lo, não é, seu Luar?
LUAR: – S…sim, claro, digníssima senhora.
SENHORA DAS ESTRELAS: – Você foi eficiente, Cedebeto. Em sua testa já não há mais nenhuma manchinha. Você pagou sua dívida com Ioshka, restabeleceu a paz entre os dois irmãos, curou uma criança gravemente doente e trouxe o rei até aqui. Você se mostrou digno de ser o dono de um estrelescópio acústico.
CEDEBETO (curvando-se várias vezes): – Obrigado, muito obrigado.
SENHORA DAS ESTRELAS: – Agora, entremos todos. Seu Luar, abra a porta, por favor.
LUAR (espantado): – Entrar? Todos, senhora? Até o senhor Cederreto… beto, quer dizer?
SENHORA DAS ESTRELAS: – Certamente. Não vamos deixar nenhum hóspede do lado de fora. Cedebeto e Tutu ficarão no salão das doze janelas, enquanto visito estrelas com o senhor rei e lhe explico tudo que é preciso.
(Os quatro passam pela porta que depois o Luar fecha. Escurece a cena ou abre-se a cortina do meio, com a saída do Luar.)
escena 2
Salão das doze janelas. Em cada uma há uma cortininha com estrelas que formam um desenho diferente: Um carneiro, um touro, dois gêmeos, um caranguejo, um leão, uma virgem, uma balança, um escorpião, um arqueiro, um bode, um homem com um aquário, dois peixes. Debaixo de cada janela há uma cadeira. A Senhora das Estrelas dá explicações a Cedebeto e ao rei. Tutu está com eles.
REI: – Que quer dizer isso, senhora?
SENHORA DAS ESTRELAS: – Há doze signos estelares no céu, doadores de felicidade. Cada um corresponde a uma época do ano e é regido por uma poderosa fada. As pessoas que nascem em cada uma dessas épocas do ano recebem suas bênçãos. As grandes estrelas que formam os signos chamam-se “As Sublimes”. Elas nunca são propriedade de uma pessoa só, mas de muitas em comum.
CEDEBETO: – Em comum? Mas, então…
SENHORA DAS ESTRELAS: – Mas, então, há uma porção de outras estrelas no céu, que chamamos de “faíscas de luz do coração”. Cada ser humano tem uma, que brilha só para ele.
CEDEBETO: – É tão fácil entender quando a senhora explica. E é lindo.
SENHORA DAS ESTRELAS: – Então, ouça, Cedebeto. Cada faísca de luz é também calor, música, e cada uma tem um conto de fadas para contar a seu dono, quando ele está dormindo. Ao acordar, ele esquece tudo. A não ser as crianças, que guardam melhor as lembranças. Agora, se eu quiser ver uma pessoa que me preocupa, olho pela janela de seu signo e penso nela com força. Se ela estiver dormindo é mais fácil.
REI (tristonho): – Isso me fez lembrar a rainha… Ando muito preocupado com ela, digníssima senhora. Será que… se ela estiver dormindo…
SENHORA DAS ESTRELAS: – Quando é o aniversário dela?
REI: – Dez de fevereiro.
SENHORA DAS ESTRELAS (indica a janela do homem com o aquário): – Pois então sente-se naquela cadeira que está sob o signo da felicidade dela. (Ele obedece.) Agora, pense nela com força.
REI (após curto silêncio): – Oh… ela está triste. Deve ter chorado antes de dormir. Vejo lágrimas em seu rosto.
TUTU: – Mande uma mensagem para ela. Fale com vontade!
REI (puxando pigarro): – Minha querida, aqui fala seu marido, o rei. Estou vendo que você chorou. Mas então você fica nervosa só porque eu saí um pouco? Estou no salão das doze janelas, atrás da lua, aprendendo a catar estrelas e logo volto e conto como foi, viu? Ah, mas…
SENHORA DAS ESTRELAS: – Já foi o bastante. Ela ouviu a mensagem e está consolada.
REI: – Mas, será que acredita em mim? Desde que casamos, ela nunca me levou a sério, essa é a verdade.
SENHORA DAS ESTRELAS (tomando-o pela mão): – Agora ela vai acreditar. Venha comigo.
(Os dois saem. Tutu e Cedebeto ficam sentados a um canto do salão, que escurece em parte.)
CEDEBETO: – Vamos ficar fazendo o quê, agora? Já está me dando sono.
TUTU (pulando, animado): – Quer que eu conte a história do gigante de um olho só, o ciclope, que não saía de sua caverna de tanto medo?
CEDEBETO: – Ora, Tutu! Um ciclope com medo? Medo de quê?
TUTU (senta-se de novo): – É que na ilha onde ele morava chegou um náufrago.
CEDEBETO: – E daí?
TUTU: – Ele ficou apavorado porque o náufrago tinha dois olhos.
CEDEBETO: – E que tem isso de mais?
TUTU: – Para nós não tem nada. Mas você já pensou se entrasse aqui alguém com duas bocas?
CEDEBETO: – Ôpa, é mesmo! Ah, Tutu! (brinca de dar um empurrão nele) É… Mas estou com tantas saudades de Joana. Ela deve estar dormindo.
TUTU: – Então ela está bem, no colo de sua estrela que conta a ela uma história linda.
CEDEBETO (caçoando): – E estrelas sabem contar histórias, Tutu?
TUTU: – Então você pensa que as estrelas só ficam assim penduradas no céu? Elas iam cair!
CEDEBETO (duvidando): – Tutu!…
TUTU: – É. Você nunca ouviu falar dos anjos da guarda? Pois cada estrela está deitada na mão de um anjo da guarda. Dele vêm os sonhos bons. Os pesadelos vêm do Mestre Confusão. Por falar nisso, será que a rainha já acordou?
CEDEBETO: – Se a gente pudesse saber o que ela está pensando depois da mensagem do rei…
escena 3
Clareia o outro canto da cena, e aparece a rainha sentada na cama, falando consigo mesma.
RAINHA: – Que aconteceu comigo? Como pude dar ouvidos àquele conselheiro bobo? Ambicioso, é o que ele é. E pensa que eu não sei. Desordenação progressiva… Ora! O rei tem é um bom coração e muita imaginação. Vontade de criar coisas, é isso. Vai ver que ele está mesmo no salão atrás da lua, com Cedebeto. Se ele voltar mais alegre, para mim é o que vale. Ai, que sono… (Ela boceja) E como é que eu pude pensar em me casar com o rei do Reino do Norte, aquele brutamontes? Que absurdo! (Ela torna a bocejar, deita-se de novo e dorme. O canto da cena escurece.)
escena 4
Torna a clarear a cena do salão das doze janelas. Voltam o rei e a senhora das estrelas. Tutu e Cedebeto se levantam.
CEDEBETO (curioso): – Então, como foi?
REI: – Foi uma beleza! Raios e… (tampa a boca com a mão.)
SENHORA DAS ESTRELAS: – Agora não dá para conversarmos. Está em cima da hora de voltarem para a Terra. Logo o raio lunar não terá mais força para carregá-los.
TUTU: – Ah, que pena…
SENHORA DAS ESTRELAS: – Não fiquem tristes. Na próxima lua cheia, Tutu pode descer e ficar com vocês por quatro semanas. Que acham disto?
(Tutu e Cedebeto dão “Vivas!” e brincam de se empurrar e de girar como num corrupio.)
REI: – Muito obrigado, digníssima senhora. (pigarreia) Jamais esquecerei o que fez por mim. Adeus, pequeno Tutu!
CEDEBETO: – Adeus, senhora! Até a próxima, Tutu! Não demore, hein!
SENHORA DAS ESTRELAS: – Adeus! Vão em paz!
TUTU: – Cuidado com o escorregão, Majestade! Adeus Cedebeto!
(Em seguida, os dois passam pela porta guardada pelo Luar.)
escena 5
Cedebeto, o rei e o Luar. O raio lunar fica bem na frente da cena.
LUAR: – Sentem-se no raio lunar. Um pouco mais depressa, por favor!
CEDEBETO (sentando-se): – Adeus, seu Luarmuar.
LUAR (zangado): – Tenha modos, seu língua de trapo!
REI (bravo, sentando-se atrás de Cedebeto): – Silêncio!
LUAR (mais zangado ainda): – Um rei humano não tem nada que dar ordens aqui em cima!
REI: – Mas eu nem estava falando com o senhor. Estava falando com meu Ouvidor de Estrelas Real!
LUAR: – Está bem. Podem ir! (Ergue as mãos. O centro da cena escurece.)
CEDEBETO (sentindo-se escorregar): – Lá vamos nós! Iúuupiiiii!
REI (balançando, apavorado): – Socoooorro!!!
QUINTO ATO
Escena 1
Proscênio. O rei e Cedebeto terminam seu escorregão no jardim do palácio. O centro da cena ainda está escuro.
CEDEBETO (levantando-se): – Chegamos, Majestade! E bem no jardim do palácio!
REI (esfregando o tornozelo): – Ai, caramba! Acho que torci o pé.
(Cedebeto ajuda o rei a se levantar e lhe entrega o cajado que caíra no chão.)
REI: – Ainda nem amanheceu. Que bom!
CEDEBETO: – Bom por que?
REI: – Olhe lá as estrelas no céu…
(Os dois olham para cima e, distraídos, esbarram um no outro. O rei dá um tropeção e só não cai porque se apóia em seu cajado.)
CEDEBETO (esfregando o pescoço): – Desculpe, Majestade, desculpe! É que eu torci muito o pescoço para olhar as estrelas e deu nisso.
REI (pulando numa perna só e esfregando o tornozelo): – Eu já torci o pé, e agora você torce o pescoço. Estamos bem… Mas, não foi nada. O que eu ia dizer é que está na hora de você tentar escutar a melodia estelar da rainha. Antes que o dia comece a clarear.
CEDEBETO: – Ah, vai ser difícil. Nem sei…
REI (abre os braços, zangado): – Difícil? Afinal você é ou não é o Ouvidor de Estrelas real?
CEDEBETO (coça a cabeça): – Primeiro, eu teria de olhar o rosto da senhora rainha, e ela deve estar dormindo. Não pode ser amanhã à noite?
REI (anda mancando, de um lado para o outro, brandindo o cajado): – Logo se vê que você não conhece minha esposa. Ela é maravilhosa, mas quando fica de mau humor, é bom ninguém chegar perto. E se eu não lhe aparecer hoje com a estrela prometida… nem quero pensar!
CEDEBETO: – Hum… Já entendi. (pensa um pouco) Talvez eu possa imaginar o rosto da senhora rainha, se eu me lembrar direitinho dele. (fecha os olhos e fica quieto)
REI: – Isso mesmo! Coragem!
CEDEBETO (pedindo silêncio): – Chiu… (pausa) Ah, deu certo! Já estou vendo nitidamente a imagem da rainha!
(Cedebeto, ainda de olhos fechados, põe no ouvido direito uma ponta do estrelescópio, e a outra fica voltada para o céu. Logo depois, ele abre os olhos e toca uma melodia sonhadora, meio triste, meio alegre.)
CEDEBETO: – É esta a melodia da estrela da senhora rainha. Linda, não?
REI: – Se é. Parece uma mistura do canto do uirapuru, o passarinho da felicidade, com o canto do sabiá, o passarinho da boa-vizinhança (enlevado) Ah… (de repente se preocupa e puxa o braço de Cedebeto) Mas você decorou a melodia?
CEDEBETO (solene): – Posso esquecer muita coisa, Majestade, mas nunca uma melodia estelar.
REI: – É que você vai ter que tocá-la de novo, mas só quando eu disser “Já!”
(O rei tira do manto uma bola de cristal do tamanho de uma laranja.)
CEDEBETO: – Que é isso?
REI: – Foi a mãe de Tutu quem me deu esta bola de cristal, e agora eu vou mostrar a você como se catam estrelas no céu. Atenção! (ele estende os braços com a bola de cristal na palma das mãos e fecha os olhos) Já!!
(Cedebeto começa a tocar a melodia estelar da rainha. Um raio de luz que vem de cima atinge a bola de cristal, e começa a surgir nela uma luz cada vez mais forte. A música termina, o rei abre os olhos, meio tonto.)
CEDEBETO (olhando para o céu): – Olhe lá! A estrela da rainha empalideceu, está quase se apagando… (espantado) agora brilha de novo… e mais forte ainda! Que coisa! Justamente como eu imaginei…
REI: – Imaginou, nada. Foi a senhora das estrelas que ensinou isso a você durante o sono.
CEDEBETO: – Vai ver que foi, mesmo… Mas agora me conte o que aconteceu quando Vossa Majestade fechou os olhos!
REI: – Eu dormi na mesma hora.
CEDEBETO (espantado e rindo): – Em pé, e de braço esticado?
REI: – Pois é. Dormi e sonhei que as notas da música viraram cores, e as cores formaram degraus, e eu fui subindo por eles. Lá no alto apareceu um ser imenso e luminoso. (o rei gesticula, para expressar o que viu) Vi logo que era o anjo da guarda da rainha. E na sua mão estava a estrela. Eu então a peguei, desci e acordei. Mas antes de acordar olhei para cima e vi que a estrela estava de novo lá.
CEDEBETO: – Minha nossa… quem diria… Tutu me falou nos anjos da guarda segurando estrelas, e eu pensei que era tontice dele. Majestade! Acho que somos mágicos!
REI: – Calma, Cedebeto. Não fique se enchendo de importância. Você é apenas o Ouvidor de Estrelas real, e eu sou o Catador de Estrelas real. Essas são nossas profissões. Só isso.
CEDEBETO (meio ofendido): – Está bem, mas para mim dá na mesma.
REI: – E saiba você que em cada estrela existe um conto de fadas escondido que ajuda a pessoa a encontrar sua felicidade. É só segurar a bola de cristal na mão que se ouve o conto. (animado) Vou repetir agora para você o conto de fadas da rainha.
CEDEBETO: – Majestade, acho melhor não. O dia clareou, o senhor não percebeu?
REI (admirado): – É mesmo… Está bem clareado… Isso quer dizer que a rainha já deve estar na sala do trono para receber os membros da corte. Vamos depressa, Cedebeto, que ainda preciso vestir meu manto real para poder entrar. Empreste seu ombro um pouco.
(Os dois saem. O rei, mancando, apoia-se de um lado em Cedebeto, do outro no cajado.)
escena 2
Clareia o centro da cena. Sala do trono. A rainha, com um guarda de cada lado do trono; o rei e Cedebeto; depois os ministros, as damas, o conselheiro, o médico real e o inventor real.
(O rei se dirige mancando para o trono, senta-se e saúda a rainha. Cedebeto fica de pé atrás)
REI (carinhosamente): – Bom-dia, meu amor.
RAINHA (severa): – Onde você esteve esse tempo todo?
REI: – Você sabe muito bem que fui aprender a catar estrelas. E a sua eu já lhe trouxe!
RAINHA (descrente): – Hum… Será? Ver para crer.
REI: – Por favor, querida, procure se lembrar. Então hoje à noite, durante seu sono, você não recebeu a mensagem que lhe mandei do salão de doze janelas que fica atrás da lua?
RAINHA (espantadíssima): – Mas, como você sabe o que eu sonhei? (gesticula) Que história mirabolante é essa?
CEDEBETO (misterioso): – E isso ainda não é nada diante do que está para acontecer!…
RAINHA (virando-se para ele): – Ahn? Que foi que você disse aí?
(O rei põe o dedo indicador diante dos lábios, para que Cedebeto fique quieto.)
CEDEBETO (esticando-se como um soldado): – Perdão, Majestade, eu não devo ser intrometido.
(Nesse momento entram os membros da corte com o conselheiro à frente. Quando este vê o rei, recua de susto, quase derrubando os que vêm atrás. Gritinhos das damas. Os membros da corte se sentam.)
REI (dirige-se solenemente a todos): – Esta noite aprendi a catar estrelas. Peço a todos que, a partir de hoje, dirijam-se a mim como “Vossa Majestade, senhor Mestre Catador de Estrelas real.”
CONSELHEIRO (dando uma risadinha): – Só faltava essa! (olha em volta, esperando ouvir algum apoio, mas ninguém se manifesta)
REI (sério): – Silêncio! Quem disser mais uma palavra sem ser chamado será expulso daqui!
(O conselheiro se encolhe, tapa a boca com as mãos e arregala os olhos.)
REI: – E agora vamos demonstrar a todos o que aprendemos! Cedebeto! Toque a melodia da estrela de nossa querida rainha!
CEDEBETO (adiantando-se e inclinando-se): – Pois não, Majestade!
(Cedebeto toca. A expressão do rosto da rainha vai mudando, ela sorri cada vez mais abertamente, e enxuga uma lágrima dos olhos. O conselheiro real se encolhe em sua cadeira, pois estava certo de obter vantagens com a desordenação progressiva do rei.)
RAINHA (extasiada): – Oh, que linda melodia… Parece que eu a conheço de muito, muito tempo atrás…
REI: – Conhece, mesmo, pois é a sua melodia. E agora, querida (ele tira a bola de cristal brilhante do bolso de seu manto real), por favor, receba de mim a luz de sua estrela!
(A rainha pega nas mãos a bola de cristal, que brilha intensamente.)
MESTRE INVENTOR REAL: – Olhem só que invenção interessante! Como funciona isso?
REI (indignado): – Silêncio, mestre inventor real!
CEDEBETO (conciliador): – Majestade, tenha calma. Ele não pode mesmo entender que o que se passa aqui vai muito além de uma invenção.
REI: – Está bem, está bem… Mas, haja paciência!
RAINHA (à medida que o brilho do cristal vai diminuindo): – Ooooh… Que luz é esta que me aquece? Como é bom…
CEDEBETO: – É a luz da sua estrela, prezada rainha.
RAINHA (maravilhada): – Está passando para dentro de mim e me preenchendo… Estou brilhando?
REI: – Você inteirinha, não. Mas seus olhos, sim. Eles brilham como nunca brilharam antes.
(O rei se levanta do trono, toma a rainha pela mão e faz com que ela também se levante.)
REI: – E agora, minha querida, vamos dar uma volta no jardim. A corte espera aqui um pouco. Preciso contar a você a linda história que seu anjo da guarda me transmitiu.
(Os dois vão para o proscênio. O centro da cena escurece.)
escena 3
O rei e a rainha; o anjo da guarda da rainha; a jovem e o rapaz do conto.
REI: – Ouça, querida: Era uma vez…
(Os dois se imobilizam. Clareia a cena. O anjo da guarda da rainha, à esquerda, começa a narrativa, e o que ele conta se passa no meio da cena. As personagens representam lentamente, ou por mímica ou por euritmia.)
ANJO DA GUARDA:
“Era uma vez uma jovem tão bela
que queria muito tornar-se rainha…
E aos portões do castelo ela sempre vinha,
na esperança, que nunca se cansa,
de ver o filho do rei.
E ela dizia: – Ah, um dia, eu o verei!
Até que, uma tarde, pelos portões abertos,
saiu um rapaz envolto numa capa. – É ele, decerto!
E no mesmo instante os dois se apaixonaram e se abraçaram.
Ela então pediu que ele a apresentasse a seus pais,
e perguntou quando poderia entrar no castelo. – Quando?
E ele respondeu: – Meus pais morreram há muito tempo atrás,
e não posso deixar ninguém entrar quando estou trabalhando.
Ela se espantou, e ele então explicou
que seu trabalho era ser o bobo do rei,
e que vivia assim (o rapaz abre a capa) vestido de arlequim,
dançando e saltando e contando histórias engraçadas
para o rei e para a corte ali parada.
A jovem, furiosa com a resposta, lhe deu as costas.
Por mais que ele dissesse palavras amorosas, continuou teimosa:
– Eu quero ser rainha, sim! Não quero casar com um simples arlequim!
E ela fugiu e entrou na floresta encantada,
onde uma bruxa malvada
fez com que ela se esquecesse do rumo e se perdesse.
A jovem chorou, chorou, até que um dia, de repente,
ali chegou um urso com voz de gente,
tão carinhoso e brincalhão,
que tocou o seu coração.
A amizade dos dois era uma festa.
O urso mostrou a saída da floresta
e depois disse à jovem: – Agora está na hora.
Arranque todo o meu pêlo!
– Ah, isso dói muito. Não posso fazê-lo!
– Arranque, arranque! – o urso ordenou.
E ela chorou, mas chorou tanto,
que seu sofrimento fez com que o pêlo
caísse como um manto.
E foi assim que o encanto da bruxa se desfez,
e debaixo do manto apareceu o alegre arlequim outra vez.
Ele não era rei… E ela não era nada, além de uma jovem apaixonada.
(A cena escurece. O rei e a rainha se movimentam no proscênio.)
REY:
– E eles se abraçaram e nunca mais se separaram.
escena 4
De novo clareia a cena com a sala do trono e todos os membros da corte.
RAINHA (entrando com o rei): – Meu querido urso…
REI (olhando para ela apaixonado): – Hum… querida?
RAINHA (risonha): – Depois de tanta maravilha, acho que está na hora de pensarmos num filho.
REI (gaguejando): – Fi…filho?
RAINHA: – Sim, um herdeiro do trono! E, além do filho nosso, vou cuidar de todas as crianças que estiverem por aí sem pais.
REI (tentando se acostumar com a idéia): – Caramba! Que história é essa?
CEDEBETO (no ouvido do rei): – Não há outro jeito. As coisas têm de ser como têm de ser.
REI: – Isso não tem nenhuma lógica, Cedebeto.
RAINHA (decidida): – Você não é o Rei Catador de Estrelas? Então! Eu também quero fazer alguma coisa boa e ser a Rainha das Crianças. É esse o meu plano. (lentamente) Por falar em plano… (dirige-se ao conselheiro, irônica): – O senhor Conselheiro não quer expor seus planos ao rei?
CONSELHEIRO REAL (apavorado): – Que… que planos, Majestade?
RAINHA: – Mas, senhor Conselheiro, coragem! O senhor não disse que o rei sofre de desordenação progressiva da cabeça?
(O conselheiro se ergue num susto e cai de novo sentado na cadeira.)
REI: – Quem sofre de quê? Eu?
RAINHA (ao médico real): – Se o conselheiro não se atreve, então que o senhor médico real diga ao rei que doença ele tem!
MÉDICO REAL (fingindo-se de inocente): – Doença? Que doença?
CONSELHEIRO REAL (ao médico): – Não negue! Não negue, senhor médico real! (ao rei, e apontando para o médico): – Vossa Majestade sabe o que este charlatão disse? Disse que o rei não está bom da cabeça e que precisa ser enviado para a Ilha da Suprema Felicidade por dez anos! E eu, bobo, acreditei, porque afinal ele é o médico real!
MÉDICO REAL (dá um pulo da cadeira, rosnando): – Ah, não diga! O pobre e inocente conselheiro real! E quem queria subir ao trono no lugar do rei, hein? Quem me prometeu um saco cheio de ouro e um castelinho à beira-mar se eu o ajudasse? Quem?
CONSELHEIRO REAL (berra com voz esganiçada): – Mentira! Ele está mentindo descaradamente!
MÉDICO REAL (sacode o conselheiro pelos ombros): – Ah! Agora o senhor quer tirar a cabeça da forca, é?
CONSELHEIRO REAL (grita): – Solte-me!
(O conselheiro dá uma marrada com a cabeça no peito do médico, que perde o equilíbrio, depois se recupera e empurra o conselheiro, que cai sentado.)
MÉDICO REAL (com as mãos na cintura): – Então? Retira o que disse?
CONSELHEIRO REAL (erguendo-se e lutando): – Retiro nada, seu traidor!
MÉDICO REAL (lutando): – Seu canalha!
CONSELHEIRO REAL (lutando): – Patife!
MÉDICO REAL (lutando): – Salafrário!
CONSELHEIRO REAL (lutando): – Cafajeste!
MÉDICO REAL (lutando): – Sem vergonha!
REI: – Eu aposto no médico real!
MESTRE INVENTOR REAL: – Eu aposto no conselheiro real!
(Os ministros torcem e se movimentam, as mulheres dão gritinhos e batem com os pés no chão. A rainha põe as mãos na cabeça e, logo depois, dá uma cotovelada no rei, e faz gestos para que pare com a briga.)
REI (baixinho, a Cedebeto): – Por favor, senhor Ouvidor de Estrelas real, faça alguma coisa…
CEDEBETO (com uma reverência): – Às ordens, Majestade. (toca uma estranha melodia com seu estrelescópio acústico)
( O médico real, que estava sentado na barriga do conselheiro, vira-se e põe-se de joelhos, com os braços apoiados no chão por cima do conselheiro.)
MÉDICO REAL (ao conselheiro): – Assim está melhor?
CONSELHEIRO REAL: – Sim, muito obrigado. Mas, seu rosto está todo arranhado. Será que fui eu?
MÉDICO REAL: — Ah, não foi nada. Isso acontece.
CONSELHEIRO REAL: – Será que o senhor podia sair de cima de mim, para eu poder me levantar?
MÉDICO REAL: – Ah, pois não, desculpe. (levanta-se e dá a mão ao conselheiro para ajudá-lo a se levantar.)
CONSELHEIRO REAL (para o rei): – Eu… queria pedir desculpas.
MÉDICO REAL: – Nós! Nós queremos pedir desculpas. Nossa intenção era fazer uma maldade horrível.
REI (severo, mas calmo): – Sentem-se. Não quero mais ouvir falar nisso.
MÉDICO REAL (perplexo): – Mas… então… não vamos ser castigados?
REI: – Para quê? Se eu os castigar, pensarão em vingança, e eu terei de castigá-los de novo. E assim por diante. Que sentido tem isso? Quem pensa em fazer maldades ainda não encontrou seu lugar no mundo.
CONSELHEIRO REAL: – Oh, muito obrigado, Majestade, e eu acho que o senhor tem razão. Na verdade, o que eu quero mesmo é ser fazendeiro! Será que isso é um recado da música das estrelas?
MÉDICO REAL: – Deve ser, deve ser. Porque eu estou aqui agora mesmo pensando em me tornar relojoeiro… Muito obrigado, Majestade. Com licença. O futuro nos espera! (Os dois saem abraçados.)
MENSAGEIRO 3 (entrando): – Majestade! Visitas para o senhor Cedebeto, quer dizer, para o senhor Mestre Ouvidor de Estrelas real! (anunciando, enquanto as pessoas vão entrando) O senhor Koshka! A senhorita Joana! O senhor Ioshka, sua mulher e sua filhinha Miriam! O menino Tutu, que escorregou não sei como no jardim!
(Grande demonstração de alegria geral, com “Ohs!” e “Ahs!”)
JOANA (correndo a abraçar Cedebeto): – Cedebeto!
CEDEBETO: – Joana! Até que enfim chegou a hora do nosso casamento!
RAINHA: – Então esta é sua noiva, Cedebeto?
CEDEBETO: – Sim, Majestade!
RAINHA (cumprimenta Joana): – Muito prazer!
DAMA 1: – Teremos um casamento na corte!
DAMA 2: – Com doces e bolos! Hum…
MESTRE INVENTOR REAL: – E um chazinho de hortelã…
MINISTRO 1: – Ah, nada melhor que um chazinho de hortelã.
MINISTRO 2: – Ah… um chazinho de hortelã…
RAINHA (ao rei): – Você me perdoa, meu arlequim?
REI (à rainha): – Perdoar o quê? Eu era um resmungão. Mas…você estava mesmo gostando do rei do Reino do Norte?
RAINHA: – Eu? Que nada! Aquele brutamontes horroroso!
REI (suspira): – Pois eu queria visitar de novo a senhora das estrelas…
RAINHA (desconfiada): – Para quê?
REI (rindo): – Talvez ela me explicasse o que se passa no coração de uma rainha. Porque eu não entendo!
(Na confusão, Tutu dá um encontrão no rei que lhe abre os braços.)
REI: – Tutu! Raios bruxulentos e gelatina dançante!
TUTU: – Dente de dragão e cuspe de javali!
(Todos começam a dançar em roda, enquanto Cedebeto toca seu estrelescópio acústico, saltando de contente, com Miriam atrás dele.)
FINAL
AGRADECIMENTO:
Queria deixar aqui meus sinceros agradecimentos a Karin Stasch, por sua excelente tradução. Excetuando as partes em verso, nada fiz senão organizar em peça o fraseado leve de seu texto. Se ele não fosse tão fluido e natural, eu teria levado o dobro do tempo para adaptar o lindo conto de Henning Kohler. Infelizmente, alguns cortes foram necessários para que a peça não ficasse grande demais.
ruth salles
em dezembro de 2001
Sobre a escolha da peça
Para escolher uma peça com objetivo pedagógico, estude bem que tipo de vivência seria mais importante para fortalecer o amadurecimento de seus alunos. Será um drama ou uma comédia, por exemplo. No caso de um musical, é importante que a classe seja musical, que a maioria dos alunos toquem instrumentos e/ou cantem. Analise também o número de personagens da peça para ver se é adequado ao número de alunos.
Enviamos o texto completo em PDF de uma peça gratuitamente, para escolas Waldorf e escolas públicas, assim como as respectivas partituras musicais, se houver. Acima disso, cobramos uma colaboração de R$ 50,00 por peça. Para outras instituições condições a combinar.
A escola deve solicitar pelo email [email protected], informando o nome da instituição, endereço completo, dados para contato e nome do responsável pelo trabalho.